¡Levantamos la veda al verano! Con el calorcito llegan las ganas de sumergirnos y, a falta de un mar cercano, te presentamos las mejores alternativas.
Suben las temperaturas y tu cuerpo te pide…¡agua! Las piscinas son la solución perfecta para los que quieren refrescarse sin llenarse de arena ni pelearse con la sombrilla. O para los que, simplemente, quieren cambiar de aguas. Las que te presentamos no tienen nada que envidiar a la playa, así que coge toalla, bañador y pasaporte: nos vamos en busca del mejor chapuzón.
La más grande del mundo
¿Alguna vez has cruzado una piscina en velero? En el resort turístico San Alfonso del Mar, en Algarrobo (Chile), es posible. Ubicada a pie de costa, la alberca mide un kilómetro de longitud y tres de altura. Esta laguna artificial contiene 250 millones de litros de agua salada extraída del mar, el equivalente a 6.000 piscinas familiares de ocho metros. Su objetivo es traer el Caribe a la costa chilena y por eso tiene un hipnotizante color azul turquesa. Esta tonalidad tan pura se debe a un sistema de oxígeno a presión que permite purificar grandes cantidades de agua con un mínimo de productos químicos. Además de navegarla en un barquito velero puedes practicar deportes acuáticos como buceo, ‘kayak’ y ‘windsurf’.

Además, el resort cuenta con ‘jacuzzi’ al aire libre, una playa privada y una pirámide de cristal que también es la más grande de Chile. El complejo hotelero está a unos 80 kilómetros de distancia de la capital del país, Santiago. Allí podrás alojarte en alguna de sus 1.300 habitaciones. Y por supuesto, si la piscina se te queda corta, siempre puedes cruzar los escasos metros que la separan de la costa y sumergirte en el mar.

Las que no se acaban nunca
Las ‘infinity pools’ han llegado para quedarse. En la última década no hay hotel de lujo que no se haya unido a esta moda, desde Bali hasta Kuala Lumpur, pasando por Ibiza y Sicilia. También han llegado a los apartamentos y chalets privados, y es que no es fácil resistirse a flotar en el infinito. Las ‘infinity pools’ reciben este nombre porque la ausencia de bordillos en al menos una de sus aristas crea una ilusión óptica que simula la inmensidad de una poza. Por supuesto el agua cae, pero no al infinito, sino a un estanque de la propia piscina que vuelve a bombear el agua su interior.

La más infinita y además la más grande es la de Marina Bay Sands en Singapur, una de las ciudades-estado más punteras. Gracias a los 200 metros de altura de su piscina podrás divisar una panorámica única de la ciudad: desde su noria mirador ‘Singapore Flyer’, pasando por su tirachinas gigante ‘G-Max’ hasta las zonas nocturnas más animadas, Clarke Quay y Boat Quay. Este hotel de cinco estrellas ha redefinido el ‘skyline’ de la ciudad y ha marcado un antes y después en la arquitectura mundial. Consta de tres torres sobre las que se sostiene el Skypark con discotecas, bares, restaurantes, casino y hasta un centro comercial. Puedes dar unas brazadas en el piso 57 y disfrutar de las vistas al horizonte en la terraza Sands Skypark de 6:00 a 23:00, eso sí, para ello, debes alojarte en el hotel. Después del chapuzón, descansa en una tumbona a la sombra de una palmera con una copa de champán en la mano. Y para cenar, elige entre uno de los diez restaurantes dirigidos por ‘celebrity chefs’ que propone Marina Bay Sands.
‘Aussie’ y con toque salado
Si no puedes decidirte entre mar o piscina, éste es tu lugar. En la playa más famosa de Sídney, Bondi Beach, está el club social ‘Bondi Icebergs’. Es la sede de los equipos deportivos de natación, lleva en pie un siglo y sus protagonistas son las piscinas olímpicas al aire libre. La particularidad es que están casi al nivel del mar, por lo que las olas en su interior están aseguradas, sobre todo en días de mucha resaca. Cuando sube la marea, el agua del mar alcanza las piscinas y se mezcla con sus aguas turquesas, toda una experiencia.

En ‘Bondi Icebergs’ puedes disfrutar además de un menú de comida australiana, donde no falta el pescado y marisco, en su terraza mirando al mar. El acceso es de 6:00 a 18:30, pagando una entrada (adultos, 6.50$, niños, 4.50$). Cuando hayas tenido suficiente agua, libérate y cruza a la playa Bondi Beach, de alrededor de un kilómetro de longitud en la que se congregan ‘hippies’, familias de locales y de turistas y sobre todo surfistas. Además de arena blanca, cuenta con césped y en los alrededores hay tiendas, cafés y restaurantes para todos los gustos. Los domingos se organiza un mercadillo en la Bondi Beach Public School. Para llegar hasta allí, puedes coger un autobús desde el muelle Circular Quay. Si después de la piscina te quedas con ganas de más aventuras, realiza la caminata hacia el sur entre Bondi Beach y Coogee. Un paseo de más o menos una hora entre acantilados. En el camino descubrirás tesoros como el cementerio Waverley, donde se rodó la escena del funeral de la película ‘El gran Gatsby’ protagonizada por Leonardo DiCaprio.
