Monument Valley, Bryce Canyon, Antelope Canyon… Hay tantos Parques Naturales en América del Norte que necesitaríamos mil vidas para descubrirlos todos.
Bryce Canyon
Continuamos con nuestro camino a través de la piel de EEUU y había un Parque Nacional que queríamos conocer a toda costa, a pesar de tener que desviarnos de nuestra ruta, Bryce Canyon. Nos habían hablado maravillas de aquel lugar. Era poco turístico por estar bastante apartado de las rutas convencionales, pero merecía la pena tanto o más que los lugares naturales más famosos de América.
Nos encaramos hacia otro puñado de horas sobre el asfalto dirección noreste, partiendo desde el Cañón del Colorado hasta la entrada principal del parque Bryce Canyon. La zona a la que nos dirigíamos estaba a más de 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar, en el sudeste de Utah. Mientras conducíamos, la carretera era cada vez más sinuosa y el paisaje árido con paisajes desérticos dio paso a las montañas altas, verdes, con zonas de tierra rojiza y columnas fantasmagóricas.
Aminoramos la marcha y nos adentramos por la entrada norte de aquel maravilloso territorio. Una vez más, un muy educado y joven guardia nos dio la bienvenida, comprobó nuestro pase y nos recomendó la ruta a seguir.
Primer punto, el más alto, Rainbow Point. Desde allí podíamos ver a lo lejos el Anfiteatro Bryce, el punto más popular y espectacular del Parque, además del resto de formaciones rocosas y columnas naturales de colores anaranjados, ocres y plomo.
Ebenezer Bryce fue la primer habitante de ‘nuestro tiempo’, y se bautizó todo el área con su nombre. Aún así, hay varios restos de dibujos primitivos que hablan de asentamientos humanos desde tiempos inmemoriales.
Nos dirigimos al Anfiteatro, ese punto que decoraba todas las postales del lugar. Ofrecía una puesta en escena de una grada natural infinita formada geológicamente por el efecto de la erosión.
El naranja, rojizo, arcilla y blanco nacarado colorean toda la imagen. Las decenas de pilastras de varios metros que se elevan hacia el cielo eran conocidas como las chimeneas de hadas, y entre todas ellas había una muy famosa por ser llamada ‘El Martillo de Thor’.
Descendimos por el camino zigzagueante que nos adentraba entre rincones angostos, a través de las bases de las columnas de fuego que formaban una seductora garganta en la roca, y encontramos varios visitantes no esperados.
Tras recorrer los puntos más sobrecogedores del área, tuvimos la suerte de poder dormir bajo las hojas de sus enormes árboles. Montamos la tienda de campaña y caímos rendidos entre los brazos de la naturaleza norteamericana.
Madrugamos, el alba nos dio los buenos días y nos sentimos parte de la Madre Tierra al despertar en un entorno privilegiado. Varios ciervos juguetones que visitaron nuestro campamento nos acabaron de despertar.
Desayunamos fruta y galletas y reemprendimos la marcha. Un #RoadTrip a través de la Costa Oeste te obliga a disfrutar deprisa si no quieres perderte nada.
Lone Rock
En la frontera entre Arizona y Utah encontramos un lago enorme, inesperado, que dibujaba un contraste tan grande en el paisaje que nos vimos obligados a parar.
Nos introdujimos con nuestro Camaro en la orilla y nos refrescamos en una zona con un paraje idílico.
Una roca enorme presidía la fotografía y varias motos de agua y apasionados por el Wake Surf disfrutaban sobre las mansas aguas de la bahía Wahweap.
Continuamos surcando la autopista 160, nos desviamos a la 98 y llegamos a la antesala de un lugar que jamás íbamos a olvidar.
Antelope Canyon
Antelope Canyon es una cicatriz de fuego en la tierra, un pasadizo a través de la historia oculta de los indios navajos. Un pasadizo embriagador, de ensueño y de magia que te transporta al corazón de la naturaleza. Un pasillo de paredes pintadas con brochazos de arena roja, blanca y marrón en un retorcido baile de roca que fantasea con formas imposibles. Era la rendición a las cuchillas de sol que penetran desde el cielo para configurar la postal de uno de los sitios más bellos que nunca he visto.
Para adentrarse en Antelope, no vale la tarjeta de los Parques Nacionales, es territorio propiedad de los indios navajos y es obligatorio reservar con antelación para que un guía indio te lleve hasta allí.
Puedes reservar por internet, y es ALTAMENTE RECOMENDABLE hacerlo para las horas del mediodía, donde los rayos de sol forman dagas ilusorias que penetran hasta la tierra.
El cañón se llamaba Antelope (Antílope) porque era famoso que en esa zona muchos rebaños de antílopes se refugiaban y pastaran. Los indios navajos lo conocen como Bighánílíní, “lugar donde corre el agua a través de las rocas”, porque en las épocas de lluvias, esta grieta se inunda varios metros y hace imposible su visita.
Antelope Canyon se divide en el Upper Antelope Canyon, que es la parte alta y más visitada por los turistas, y Lower Antelope Canyon, con un acceso más difícil y algo menos visual. Decidimos adentrarnos en el pasadizo superior y disfrutamos como enanos. Acompáñanos!
Al salir, el sol estaba cerca de besar el suelo. Pusimos rumbo a Page, el pueblo-dormitorio plagado de hoteles, agencias de turismo y tiendas de suvenires muy cerca de Antelope. Cenamos en uno de los restaurantes estadounidenses más famosos del mundo, donde no necesitas cubiertos y te manchas las manos de ketchup y mostaza, y caímos rendidos en nuestro hotel.
Glen Canyon (Herradura)
Un nuevo amanecer, nuevos sitios que visitar.
El primero era Glen Canyon, más conocido como la herradura. Era un cañón que muy cerca de Page dibujaba una descomunal forma de U y donde las vistas eran sobrecogedoras.
Llegamos en pocos minutos y dejamos el coche en un parking de arena. Soportamos un sol abrasador y una caminata de treinta minutos hasta llegar al filo de un abismo a casi medio kilómetro bajo nuestros pies. Un paseo que sin duda mereció la pena hasta alcanzar un mirador de cinco estrellas a una de las mejores perspectivas del río Colorado.
Monument Valley
No podíamos abandonar la ruta a través de los monumentos más famosos alrededor de la Costa Oeste sin visitar un icono de las películas de indios y vaqueros.
Continuamos nuestra ruta y tras varias horas más sobre la carretera, cantando, comiendo patatas fritas, dormitando (el que se encontraba de copiloto) y contando chistes, alcanzamos la ruta 163 a 21 kilómetros al norte de la frontera entre Arizona y Utah, y nos desviamos al gran parque navajo de Monument Valley (el Valle de los Monumentos).
Los indios navajos lo llamaban el Valle de las Rocas. Estábamos en una gran meseta a más de 1.000 metros de altura, y el curso del tiempo acabó desgastando la plataforma de tierra, dejando a la vista estas grandes montañas que se han negado a sucumbir al paso de los siglos. La montaña más alta alcanzaba los 300 metros de altura, y te será fácil recordarla por cómo la escaló Ethan Hunt (Tom Cruise) en Mission Impossible 2.
Este territorio es también parte de los indios navajos, y la entrada al resto de Parques Nacionales Naturales no es válida. El precio por coche es de 20$. Estábamos en junio y el clima era abrasador. Habíamos llegado unas horas antes de que atardeciera para conseguir las mejores fotografías, pero aún así, hacía mucho, mucho calor.
Cuando por fin atravesamos la garita de seguridad y nos dieron un mapa para ubicarnos, fuimos realmente conscientes del entorno exclusivo en el que nos encontrábamos.
La primera parada era un mirador donde teníamos una vista completa de todas las formaciones rocosas.
Entendimos por qué decenas de directores habían utilizado este decorado natural de tierra roja, llanuras infinitas y montañas que desafían a la lógica para utilizarlas en sus películas como paisajes con personalidad propia.
Arrancamos el recorrido, circular, y podíamos optar por utilizar nuestro propio vehículo. También nos ofrecían hacer el camino en Jeeps navajos, con ellos llegábamos a puntos prohibidos para el resto de visitantes.
La carretera era de tierra y muy precaria, invertimos más de una hora y media en completar todo el recorrido. Sin prisas, haciendo tooodas las fotografías que pudimos. En la zona de las Tres Hermanas (Three Sisters), nos dieron la posibilidad de subirnos a lomos de un caballo y cabalgar como el mismísimo John Wayne. ¡No pudimos perder la oportunidad!
Continuamos con toda la ruta y descubrimos varios secretos de aquel lugar. ¿Has visto el elefante?
Monument Valley fue una guinda perfecta a los inmensos contrastes de naturaleza a rabiar, de explosión de vida salvaje y de inmensidad silenciosa e impertérrita que se mantiene ajena al paso del tiempo mientras su leyenda no deja de crecer. Un elenco interminable de Parques Naturales que plagan el mapeado de un país increíble como Estados Unidos.
Todavía nos quedaba recorrer parte de la histórica Ruta 66 y conocer a fondo los secretos de la meca del cine, Hollywood y Los Angeles. ¿Me acompañas en el próximo post?
#ILoveFliyngKLM | #ViajesCRFyAventuheroEEUU | #Aventuhero
Las fotos y vídeos son sencillamente espectaculares

Me han dado unas ganas irrefrenables de hacer la maleta y marchar a descubrir esas tierras!!
Te pediré consejo
Magnífico! Me encantaría hacer esta ruta en caballo, qué ganas de viajar