Como dijo Mark Twain, “viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente”. Y así es, viajar nos libera de las cadenas del día a día, nos permite descubrir otras culturas, otras formas de vivir. Viajar es lo más cerca que alguien puede estar de soñar. No hay que tener miedo de convertirse en viajero, es más, hay que abrazar esa experiencia.
Embárcate en la aventura de tu vida desmontando mitos de viajar
El mito más común es que viajar en avión es peligroso, pero lo cierto es que es, probablemente, el medio de transporte más seguro del mundo. Es más, existen más posibilidades de que le toque la lotería que de sufrir un accidente de avión. Muchos de los peligros que presuntamente podemos encontrar en un avión no son más que leyendas sin sentido. Por ejemplo, es completamente falso que el inodoro de un avión pueda succionarte y absorberte los órganos internos… ¡no ha ocurrido jamás! Otra leyenda urbana es la posibilidad de que las puertas se abran durante el vuelo. Es imposible debido a la presión atmosférica. Las puertas de los aviones encajan como un corcho y sólo pueden abrirse cuando la presión es la misma dentro que fuera (cosa imposible durante un vuelo). Tampoco es cierto que viajar durante una tormenta aumente el riesgo de tener un accidente. Si los pilotos evitan las tormentas es básicamente para evitar que los pasajeros se mareen o lo pasen mal.
Una creencia común que puede hacer que uno no se decida a viajar es el hecho de no encontrar compañía y tener que hacerlo solo. Viajar solo no es aburrido. Eso es un mito. Viajar solo puede ser una de las experiencias más enriquecedoras que alguien puede tener en toda su vida. Es un momento perfecto para conocerse a uno mismo, para hacer exactamente lo que a uno le viene en gana y para vivir situaciones y conocer gente que quizás, viajando acompañado nunca se darían. Así que lánzate a la aventura de conocer algún lugar por tu cuenta. Te sorprenderá cantidad y variedad de personas que encontrarás en el camino. Además, de un tiempo a esta parte, se han puesto muy de moda los viajes y circuitos para singles,así que ya sabes… quizás vayas solo y vuelvas acompañado.
¿Viajar significa derrochar una cantidad ingente de dinero?. Desmontemos este mito. Todo es cuestión de organizarse y comparar las diferentes posibilidades de alojamiento, transporte y gastos extra que se nos ofrecen. Por ejemplo, si bien es cierto que las compañías aéreas suben el precio de los vuelos en temporadas altas (vacaciones de verano, Semana Santa, Navidad), con mover un poco los días de los vuelos podemos ahorrarnos una cantidad considerable. Guardar un par de días de vacaciones y utilizarlos para irnos un jueves en lugar de un viernes, por ejemplo, ya supondrá una gran diferencia. También es un mito pensar que los hostales son peor que los hoteles. Podemos encontrar alojamientos realmente encantadores a un módico precio. Sólo se trata de buscar.
Otro mito o, mejor dicho, excusa, es pensar que necesitamos un montón de días para viajar. Las escapadas de dos o tres días son como pequeñas bocanadas de aire muy necesarias para sobrellevar el ajetreo del día a día. No importa recorrerse la mitad del mundo para conocer sitios increíbles. Quizás el destino perfecto para ti no esté a más de 1 hora en avión.
Viajar con niños es imposible. Otra creencia errónea. Viajar con niños es fantástico. Y no es cierto que haya que buscar destinos especializados en viajes en familia o con hijos (aunque es cierto que estos destinos ya cuentan con una infraestructura y unas características concretas que facilitan las cosas), pero la verdad es que prácticamente cualquier destino es bueno para viajar en familia. Sólo se trata de organizarse bien y planificarlo con un poco de tiempo. Los destinos con playa o de naturaleza son ideales para disfrutarlos en familia. Lo mismo ocurre con los cruceros o las escapadas a parques de atracciones. Viajar en familia une y estrecha los lazos.
Viajar es abrir la mente
Puede haber multitud de aspectos que nos frenen a la hora de viajar como el dominio del idioma, las diferencias gastronómicas, el desconocimiento de las cultura y tradiciones, la seguridad que hay en el destino escogido… en fin, cualquier excusa es buena. Pero salir de la zona de confort es un trabajo vital y muy necesario para el enriquecimiento del espíritu y el crecimiento personal. Que la realidad siempre supere a la ficción en muchos casos es para bien. ¿No conoces el idioma del país al que vas? ¡No pasa nada! Sólo hay que desprenderse de la vergüenza. Con cuatro palabras y un buen repertorio de gestos de mímica acabarás entendiéndote perfectamente en cualquier situación y si todo esto fallara, no hay que preocuparse, siempre se puede recurrir a las aplicaciones móviles de traducción que cuentan con prácticamente todos los idiomas.
Una de las mejores formas de conocer una cultura y a su gente es a través de la gastronomía. La diversidad de especias, productos y elaboraciones abrirán un mundo nuevo de sensaciones ante el viajero. Si eres intrépido seguro probarás platos que te sorprenderán por su rareza, originalidad y sabor. Si no eres tan audaz siempre se pueden encontrar platos más acordes a tus gustos. Antes de realizar un viaje a un destino cuya cultura sea diferente a la nuestra es recomendable informarse sobre algunos aspectos como vestimenta o niveles de seguridad para preparar la maleta y nuestros enseres personales. Y ante todo, ¡disfruta y vive el momento!
Al final, se trata de volver a casa con mil y una anécdotas y curiosidades de los viajes realizados. Porque para eso viajamos, ¿no?. Se trata de descubrir gente igual que nosotros, pero que vive de manera diferente. De poder contar a tus amigos «oye, no sabes lo que probé… ¡saltamontes fritos!», o incluso de poder recomendar a futuros viajeros esos rinconcitos mágicos que descubriste en tu viaje a Irlanda.