Visitar Zanskar, en la India, es acercarse al país alejándose del turismo masificado. Durante años, el único modo de llegar ha sido recorrer el desfiladero de un río helado.
Noches cerradas, hielo y coposa nieve; fuertes ventiscas y visibilidad casi nula. Si aún no has huido, la historia mejora: estar presente y sentir que aún existen lugares fascinantes casi inhabitados, sin presencia (insisto, casi) de las huellas humanas, sin turistas. Existe un modo de visitar la India sin adentrarse en las estrechas y populares calles en las que no entra un alfiler; sin optar por el turismo de masas ni visitar uno solo de los lugares top de las guías turísticas: nada de bazares. Y una de esas alternativas al turismo de masas es perderse por un un rincón aún casi desconocido. Aunque llegar a él no es fácil. Lo primero será hacerse con un buen equipo de botas y vestimenta y buscar un acompañante dispuesto a embarcarse en una aventura solo apta para amantes del riesgo y la montaña. Si estás preparado, y el miedo no te ha paralizado, llegar merecerá la pena: es el valle perdido de Zanskar.

Zanskar, al norte de la India, es un territorio al que durante muchos siglos solo se ha podido acceder de una manera: a través del río del mismo nombre, recorriendo un desfiladero estrecho y profundo, mientras el río permanece helado. Eso hace que conocer este lugar solo sea posible en determinados meses del año. En 1979 se construyó una carretera, pero su acceso es muy limitado, convirtiendo la zona en un semidesierto en las alturas, flanqueado por la Gran Cordillera del Himalaya, que lo protege de los monzones.

Lugar de recogimiento y meditación
Su ubicación hace que este valle sea uno de los lugares más fríos del mundo, en el que apenas viven unas 13.000 personas. Aunque el paraje es prácticamente desértico, existen mínimos oasis en los que se ubican pequeños poblados y monasterios. Es el caso del Monasterio de Phuktal, un templo del siglo XIV en el que confratizan unos setenta monjes budistas tibetanos, y que desafía al vértigo al estar situado propiamente pegado a un acantilado que alcanza los 3.800 metros de altura. Son pequeñas consrucciones blancas colocadas de manera casi imposible en las paredes de la montaña, y a las que solo se puede acceder mediante escalerillas y cornisas talladas en la roca. Las capillas del monasterio se agrupan por debajo de las cuevas, ennegrecidas por el hollín que ha dejado el humo de las meditaciones. El monasterio dispone de una casa de huéspedes, situada en medio de una rosaleda silvestre.

El lugar es ideal si lo que se quiere es desconectar del mundo conocido, pues en este templo, la cultura tibetana aún se conserva en su forma más tradicional. También hay otro templo en las cercanías, pero en terreno llano. Es el Sani Gompa, a unos seis kilómetros de Padúm, en la carretera de Kargil. El lugar es muy pequeño y fue considerado uno de los destinos de culto más sagrado entre los budistas de la época del emperador Kushan Kanishka, en el siglo II después de Cristo.
Padum, espíritu de capital en medio de la nada
Como capital de Zanskar, y a 3.669 metros de altitud, se sitúa Padum, una de las aldeas de las inmediaciones. La vida en esta zona se basa en el crecimiento interior –la mayoría de la población es seguidora del budismo tibetano, pero también hay musulmanes–, por lo que apenas si se relacionan con el mundo exterior. Su población apenas llegar a los 2.000 habitantes pero cuenta con hoteles y restaurantes dispuestos a satisfacer a los viajeros.
La apertura al turismo ha traído la llegada de escaladores y deportistas, ya que se trata de una zona muy atractiva para los amantes del ‘trekking’. Uno de los espacios por los que hacer algún recorrido es el que lleva hasta el valle de Ladakh, donde se integra la ciudad de Leh. Aquí se ubica el Palacio Real, conocido como pequeño Potala. En lo alto de la montaña donde se encuentra este palacio está el gompa Namgyal Tsemo, con buenas vistas panorámicas.

Nun Kun, un macizo montañoso ideal para escaladores
Arropa la zona el macizo montañoso del Nun Kun, que alcanza los 7.100 metros de altura, siendo Nun el pico de mayor altura de la cadena del Himalaya. Fue escalado por primera vez en 1953, por un equipo francés. También de camino a Zanskar está Rangdum Gompa, un pueblo budista que tiene aspecto de pequeña isla sobre el valle.

Si la experiencia aventurera ha sido suficiente, es bueno saber que la mayoría de las excursiones parten de Delhi, una de las regiones más favorecidas de la India. Nueva Delhi se construyó al amparo de la antigua Delhi, en el corazón de la india moderna, y está marcada –ahí sí– por un estilo de vida urbano, de estrechos callejones y múltiples bazares.