La red de Vías Verdes ha recuperado más de 2.000 kilómetros de infraestructuras ferroviarias, que en su segunda vida se han convertido en rutas aptas para ciclistas y senderistas.
La evolución del ferrocarril y la aparición de nuevos medios de transporte ha hecho desaparecer más de 7.600 kilómetros de antiguas líneas ferroviarias en España en las últimas dos décadas. Más que desaparecer, han sido abandonadas y muchas de ellas llevan varios lustros sin oír pasar un tren. Eso sí, por donde antes circulaban locomotoras y vagones, ahora lo hacen excursionistas, ya sea a pie, en bicicleta o, incluso, sobre patines. De esta transformación se encarga el Programa de Vías Verdes, que depende de la Fundación de Ferrocarriles Españoles. Han recuperado unos 2.400 kilómetros para un total de 117 vías.
Además de senderistas y ciclistas, la mayoría de ellas están adaptadas a personas con problemas de movilidad, garantizando así la accesibilidad a todo tipo de usuarios. Cada una de estas vías cuenta con un sistema de señalización que las distingue de cualquier otro tipo de camino sin origen ferroviario.
Para ser accesibles, cada vía requiere un proceso de reconstrucción (incluidos antiguos puentes, viaductos y túneles), siempre intentado respetar su tipología previa para que estén perfectamente integrados en el paisaje.
Porque en eso consisten las Vías Verdes, en rutas tranquilas en plena naturaleza. La seguridad es otro de los aspectos fundamentales de esta red. Además de la señalización, hay restricciones al paso de vehículos a motor y los túneles –algunos, antiguas galerías mineras– se iluminan, reduciendo así los peligros a los que se enfrentan los ciclistas en carretera o vías urbanas. Gracias a los cruces o pasos de diferente nivel se ‘salvan’ las intersecciones de estas vías con carreteras con tráfico.
Ojos Negros: la vía más larga
El mapa de las Vías Verdes recorre gran parte de las provincias de España. Entre todas, los 160 kilómetros de la Vía de los Ojos Negros la convierten en la más extensa. Tanto es así, que se ha divido en dos tramos
El primero, en el Valle del río Palancia, recorre el antiguo ferrocarril minero de Sierra Menera, entre Barracas (Castellón) y Algimia de Aflara (Valencia), a unos 20 kilómetros del puerto de Sagunto. El segundo tramo se concentra en la provincia de Teruel (‘qué ver y hacer en Teruel‘), y se extiende desde las sierras de Javalambre y Gúdar hasta el valle de Jiloca. Además de senderistas y ciclistas, en esta vía también son frecuentes las excursiones a caballo y uno de sus principales atractivos reside en que atraviesa una veintena de puentes, acueductos y túneles.
Álava de punta a punta: Ferrocarril Vasco-Navarro
Otra de las de mayor longitud es la Vía Verde del Ferrocarril Vasco-Navarro, que suma 86,2 kilómetros. Une el puerto de Arlabán y la localidad jacobea de Estella. Cruza, por tanto, toda la provincia de Álava, aunque está dividida en varios tramos porque atraviesa la ciudad de Vitoria y algún punto intransitable como el túnel de Laminoria. El primer tramo se extiende por la llanada alavesa, el segundo por tierras de labor y bosques (principalmente de hayas y robles), y el tercero pasa junto a enclaves naturales como la Sierra de Iturrieta, el valle de Laminoria, el cañón de Igorón o el desfiladero de Pocilones.
Sierra de la Demanda, entre hayas y robles
Esta vía transcurre por una Reserva Nacional de Caza repleta de bosques de hayas y robles, y sigue el recorrido de un ferrocarril minero entre Arlanzón y Monterrubio de la Demanda, en la provincia de Burgos. Pasa muy cerca del Yacimiento de Atapuerca. Con algo más de 50 kilómetros, es apta para caminantes, caballos, bicicletas y sillas de ruedas.
El camino de los trenes remolacheros
La Vía Verde del Tajuña discurre paralela al río del mismo nombre (en la Comunidad de Madrid), por el camino de los trenes remolacheros. No tiene pérdida, ya que cuenta con un inconfundible asfalto de color rojo. Entre Arganda del Rey y Ambite, suma un total de 49 kilómetros. Además de bicicletas, en esta vía también están permitidos los patines. Salvo el recorrido entre Morata y Perales, tramo que comparte con tráfico motorizado.
Sevilla Sierra Norte, reserva de la Biosfera
Esta vía andaluza es un buen ejemplo de la espectacularidad que brinda la actividad minera, concretamente en el coto de Cerro del Hierro, en pleno Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla, reserva de la Biosfera y Geoparque. El acceso parte de una antigua traza ferroviaria en la estación de Cazalla-Constantina y continúa (durante algo menos de 20 kilómetros) hasta el Cerro del Hierro. Recorrido habitual para senderistas y ciclistas. ¿Con ganas de más? Descubre aquí: qué hacer en Sevilla.
Alcaraz, camino de peregrinación
El ferrocarril que debía unir las localidades de Baeza (Jaén) y Utiel (Valencia) nunca llegó a terminarse. De ese fracaso surgió el éxito de una Vía Verde que recorre la llanura albaceteña hasta la cuenca del río Jardín. Con este final, la de Alcaraz se confirma como camino de peregrinación y vial no motorizado para llegar desde Albacete a la sierra de Alcaraz. Exceptuando un tramo no acondicionado (desde Balazote a el Jardín), sus 74 kilómetros se pueden recorrer en bicicleta o andando, y están acondicionados para personas con movilidad reducida.