Brasil
Un país grande, muy grande, más grande que Europa, el quinto más grande del mundo. Una tierra de samba y jungla, de verde y fuego.
Brasil es un territorio que te abraza y te envuelve en una música que se saborea y unos paisajes que se bailan, irradia sensualidad. Atardeceres rojos de playa invadida por la urbe y vegetación que irrumpe en la ciudad. Miradas despiertas, aceras de rebosante alegría, un mosaico de mil razas y sonrisas afrodisíacas. Encontramos gran hospitalidad y cercanía con los forasteros, el ‘portuñol’ era el idioma oficial entre locales y españoles y percibimos una potente conexión que nos hizo sentirnos como en casa desde el aterrizaje.
El Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016 impulsaron aún más la imagen de un país que es mucho más que fútbol. Brasil fue un destino perfecto para nuestra Semana Santa. O debería decir, para nuestra ‘Semana Samba’.
Este fue el dibujo sobre cuatro puntos mágicos del mapa:
Río de Janeiro, ‘Cidade Maravilhosa’
Fue descubierta en un enero de hace más de quinientos años por una expedición portuguesa, y al creer que habían llegado a la desembocadura de un gran río, se bautizó con el nombre de Río de Janeiro, en portugués, ‘río de enero’.
Fue capital del reino de Portugal y cuando el país se independizó lo fue del reino de Brasil, hasta 1960 que la capital pasó a manos de Brasilia. Actualmente Río es la segunda ciudad más poblada de la nación, (unos 6 millones y medio de habitantes), y la más popular. Ninguna ciudad ofrece tal sucesión de bahías y playas. Río es mar y montaña, jungla urbana, Río es provocadora.
Sara y yo llegamos a Galeao, uno de los dos aeropuertos internacionales. Mientras el avión descendía veíamos desde la ventanilla la magnitud y los contrastes de una ciudad que nos esperaba con los brazos abiertos. Salimos con el equipaje y pasamos el obligado trámite de comprar moneda local. Unos 40 $ brasileños equivalían a 10 €. Era finales de marzo y más de 30 grados nos dieron la bienvenida al salir de la terminal.
Cogimos un taxi (de los amarillos, los más económicos) y arrancamos un intenso periplo atravesando las carreteras de una metrópoli que desbordaba vida a borbotones. Tras algo más de media hora avistamos el paseo marítimo de una de las playas más famosas del mundo.
Copacabana, o el anuncio de una playa perfecta
Copacabana se nos presentó como una lengua de arena salpicada con esculpidos cuerpos que jugaban al fútbol playa, al boley y corrían por la orilla mientras el resto tomaba Caipirihna y bailaba al aire libre, la bahía era el gran escaparate. Un ejército de rascacielos y hoteles de diseño custodiaba la postal, y en el horizonte montañas verdes de punta redondeada firmaban una estampa reconocible en todo el planeta. Allí teníamos nuestro hotel para las próximas 5 noches, a primera línea del atardecer.
Entramos a la habitación y subimos a la piscina para disfrutar de unas vista privilegiadas. Una vez más, Río nos demostró que es tierra de antítesis perfectamente conjugadas. Al lado de una ladera repleta de favelas desordenadas se extendía uno de los litorales más lujosos.
Nos relajamos tras el largo viaje, brindamos con zumo de guaraná y cenamos comida local saboreando nuestro primer anochecer.
Noche de Lapa, la «Montmartre Carioca»
Al caer el sol habíamos quedado con Adriana, amiga de sangre brasileña que sería la mejor guía para movernos por la ciudad. Para comenzar a empaparnos del ambiente, nada mejor que adentrarnos en la noche de un viernes en Lapa, el corazón de la nightlife en el centro de Río. Barrio que duerme de día y despierta de noche, famoso por escribir en la historia grandes capítulos de la Brasil más cultural, transgresora, bohemia y desinhibida. Varios arcos de su característico acueducto blanco nos dieron la bienvenida a un barrio de diseño añejo característico por su por gente joven, pubs, luces de neón, música en directo, bailes sin fin y cócteles caribeños. Entramos en Lapa 80 graus, uno de los locales más de moda, y cerramos una jornada redonda bailando samba hasta el amanecer.
Cristo de Corcovado
Al día siguiente, una de las 7 Maravillas del Mundo nos estaba esperando. Tras un largo trayecto en metro, tranvía y furgoneta, ascendimos los más de 700 metros del monte del Parque Tijuca, el mayor bosque urbano del mundo, que nos dejaba a los pies de la estatua del Cristo más reconocible de Sudamérica.
Patrimonio de la Humanidad, el también llamado Cristo Redentor es una imponente figura de 30 metros sobre un enorme pedestal que sujeta a un Jesús de Nazaret con los brazos abiertos y venera la ciudad. Desde allí, las vistas de Río eran increíbles.
Maracaná
Quisimos hacer una parada rápida para homenajear al templo del fútbol, escenario donde han jugado las leyendas del deporte rey. Descendimos el monte de Tijuca y nos adentramos en el tejido de la metrópoli.
Para mi sorpresa, el nombre oficial era Estádio Jornalista Mário Filho. Actualmente es el coliseo más grande de Brasil y fue el mayor del mundo durante mucho tiempo. No podíamos perder la oportunidad de hacernos una foto en su fachada.
Escalera Selarón
Seguimos recorriendo el epicentro de la metrópoli y fuimos al barrio de Santa Teresa en busca de un icono de la ciudad. 125 metros y 215 coloridos peldaños formaban la también conocida como Escadaria de Santa Teresa. Es escenario de videoclips y millones de fotos a diario. El chileno Jorge Selarón transformó un pasadizo gris en una explosión de color, de vida y alegría.
Pan de Azúcar
Me declaro fan incondicional de las buenas vistas y queríamos aprovechar la luz que bañaba toda la ciudad. Huimos del hormiguero urbano para afrontar el camino hacia uno de los montes más populares de Río, Pão de Açúcar.
Nos dirigimos a la bahía de Guanabara y llegamos a los pies de la montaña. Sentía envidia de varios escaladores que surcaban su panza con ayuda de cuerdas y mosquetones.
Mientras, el funicular pasaba a pocos metros de altura de nuestras cabezas. Nos subimos al teleférico, construido hace más de 100 años, y asombrados por la panorámica recortamos los más de 1.000 metros que nos separaban del llamado ‘Morro da Urca’, la primera parada.
Un balcón al mar, a las playas, a las favelas y a los edificios de una ciudad que tiene de absolutamente todo.
Después, quisimos elevarnos hasta la cima de las cimas. Tras coger otra cabina acristalada, llegamos al cielo de Río, el morro más alto de Pan de Azúcar. Una terraza de 360º con una perspectiva completa a un festival de vida. Era una de esas vistas que nunca se olvidan.
Ipanema, la playa más sofisticada
Nos habíamos enamorado del paisaje desde sus alturas y quisimos disfrutar de un atardecer mágico en una de esas playas históricas, conocidas en todo el continente.
Hace más de 50 años se proclamó abanderada de la vanguardia, con música como Bossa Nova y la revolución cultural por la proliferación del tanga y el topless (hoy en día prohibido).
Ipanema es característica por dividirse en los llamados ‘Postos’ donde se reúnen los diferentes grupos sociales, cada uno con un número diferente. El 7 reúne a los surferos, el 8 al ambiente gay, el 9 a las bandas juveniles, el 10 a las familias con hijos… Nosotros paseamos por la orilla de punta a punta esquivando balones de fútbol que volaban, niños que jugaban y corredores que nunca descansaban. El sol pintó de naranja el cielo antes de despedirse tras los morros del horizonte hasta el siguiente amanecer.
Vuelo en ala delta
Conocer Río con los ojos de un turista está bien, conocerlo como una carioca gracias a Adriana está mejor, pero aún nos faltaba empaparnos de espíritu de aventura.
Sabíamos que desde lo alto de Pedra Bonita, otro de los montes de punta redondeada que rodeaban el cinturón metropolitano, saltaban a diario locos del viento con ansias de volar. Nos comunicamos con la empresa Voo Livre y conocimos a ‘Coconut’, cantante y apasionado por las emociones fuertes.
Lanzarse por la rampa hacia el vacío, abrir los brazos y volar. Sentí todo Río a mis pies. Fue una de esas veces donde ir de ‘paquete’ mereció la pena.
Favelas
Tras aterrizar del ala delta y con el corazón en un puño, atravesamos Rocinha, una de las favelas más grandes del mundo, paradójicamente colindante con decenas de chalets de lujo. Cientos de casas irregulares, algunas sin terminar de construir, desniveladas y pobladas de gente que llegaba desde todas las partes del país en busca de mejores oportunidades.
No era un lugar muy seguro, pero de obligada visita si quieres enfrentarte a todas las caras de la ciudad.
Mirador Almirante Doña Marta
Lo mejor de ver un destino de la mano de alguien que vive allí es que descubrirás secretos guardados sólo para los lugareños. Adriana nos llevó a su lugar favorito, el Mirador Almirante Doña Marta.
Es un punto exclusivo, antigua pista de aterrizaje de helicópteros. Cogimos un taxi que nos llevó por la carretera de Paineiras hasta la cima, a casi 350 metros.
A golpe de nuestro drone teníamos el Pan de Azúcar, Maracaná, la bahía de Guanabara, Niterói, las montañas de Regio Serrana y al fondo el Cristo de Corcovado. ¿Hay algo mejor que disfrutar del atardecer de una de las ciudades más populares del mundo bajo tus pies?
El mayor graffiti del mundo
Una de las zonas que se rehabilitaron para los JJOO de Río dejó como legado el que fue el mayor mural del planeta, con 3.000 metros cuadrados, donde se representa la unión entre pueblos. Cogimos un autobús y nos dirigimos hacia el boulevard olímpico. El artista local Eduardo Kobra regaló a la ciudad una representación de los rostros de las tribus de etnia Mulsi de Etiopía (África), Karen de Tailandia (Asia), Tapajós de Brasil (América), de los Chukchis de Siberia (Europa) y de la etnia Hulis de Nueva Guinea (Oceanía). Las miradas de estos primeros planos eran tan reales que asustaban.
Pedra Da Gávea
Todavía teníamos un reto pendiente, escalar la famosa Pedra da Gávea. Era otro récord carioca, la montaña más alta del planeta pegada al mar, con casi 1000 metros de altura. Se llama así porque la silueta de la roca que la preside parece una enorme vela.
Volvimos al Parque Nacional de Tijuca y no teníamos mucho tiempo para subir hasta la cima. Necesitábamos un guía experto que nos ayudara a ascender por el camino más corto (y más peligroso), y contactamos con Fabio, gran escalador.
Esta montaña está llena de leyendas, de historias que los lugareños no se atreven a contar y de fallecidos que intentaron encumbrarla. No es apto para cualquiera, hay que estar muy bien preparado. Si os contaba que la ascensión al Volcán Acatenango en Guatemala fue muy dura, esta lo es aún más, aunque también merece la pena. Prepara agua, botas cómodas y mucha, mucha energía.
Cogimos desde Ipanema el autobús 557 a Río das Pedras, y bajamos en la Estrada do Sorimã. Allí nos esperaba Fabio, un brasileño de 38 años que conocía el Parque Tijuca como el salón de su casa.
Cogimos su coche y nos bajamos en la ladera de Pedra Bonita, donde habíamos saltado el día anterior con el ala delta. Comenzamos a caminar entre la espesura de la vegetación y pronto el calor comenzó a hacernos sudar. Atravesamos riachuelos, árboles derribados y escaladas asequibles sobre rocas grandes, hasta que tras una hora de paseo por un sendero prácticamente imperceptible, llegamos a una amenazante garganta. Fabio abrió el paso y tiró una escalera de cuerda para seguirle. Se hizo duro, pero fue una buena dosis de adrenalina para sentir bombear el corazón en el pecho.
Continuamos apretando el ritmo y bebíamos gran cantidad de agua. Tras casi dos horas de viaje alcanzamos la base del tramo más complicado y un cartel nos avisaba ‘Atención. Riesgo de muerte. La Carrasqueira de la Piedra de la Gavea es una escalada de primer grado que requiere material de escalada. Alto índice de accidentes. ¡Incluido fatales!‘
No nos detuvimos, nos agarramos fuerte a la roca y respiramos profundo. Seguimos los pasos de Fabio, colocábamos los pies siguiendo sus huellas, nos pusimos el arnés, agarramos las cuerdas y alcanzamos el punto más bonito de una ciudad que me ha enamorado para siempre.
Lo que más feliz me hace es poder compartir contigo mi experiencia, para abrirte boca, y en caso de que algún día la quieras repetir podrás contarme cómo fue la tuya
Ilha Grande, el ‘Caribe Brasilero’
Nos quedaba una cita con el sur de Río, la llamada ‘Isla Grande’. Por un puñado de reales cogimos a las 8 de la mañana una furgoneta que tras dos horas de trayecto nos dejó en el puerto de Conceição de Jacareí. Allí esperamos un barco y tras otra hora de surcando las aguas desembarcamos en el puerto de Vila do Abraão.
NOTA MUY IMPORTANTE: Para entrar a Ilha Grande es IMPRESCINDIBLE vacunarte de la Fiebre Amarilla. En esta isla habitan los dos mosquitos más letales que la transmiten y en los últimos meses se han dado casos de varias víctimas mortales porque no estaban vacunadas.
Casi 200 km ² de paraíso silvestre nos esperaba. Destino reciente de turismo nacional e internacional. En Ilha Grande no había coches, ni vehículos a motor. El único medio de transporte era la bicicleta, nuestros propios pies y los botes que nos transportan de playa en playa. En la Vila do Abraão se concentraban la mayoría de hostales, que decoraban la costa. Casi 3.000 habitantes llenaban el pueblo de vida, música y ganas por desconectar de la civilización.
La playa más famosa era Lopes Mendes, considerada una de las más atractivas del litoral brasileño, pero había otras más pequeñas y calas escondidas entre la vegetación de la jungla que guardaban un encanto irresistible.
Buenas tardes Aventuhero,
somos un grupo de 5 chicas que viajamos en dos semanas a Brasil. Visitaremos Río, Sao Paulo y luego bajamos a Iguazú y nos quedamos en Argentina. Estamos muy entusiasmadas y nos hemos apuntado en nuestra lista de propósitos el ascenso a Pedra da Gávea porque hemos visto el vídeo y hemos alucinado. Nuestra pregunta es si Río es una ciudad peligrosa y qué consejos nos puedes dar…
Mucha gente nos está informando de los posibles incidentes que podemos tener y estamos un poquito asustadas. Y por último, ¿ la subida a Pedra da Gávea es de dificultad media o alta?
Muchas gracias y un saludo.
De las mejores cosas que te pueden llamar, es buen compañero de viaje. Viajar es dejarse llevar y apoyarse en la compañía, por eso saber que nos apoya Viajes Carrefour nos hace la vida más fácil
El destino siempre es bueno, sólo hay que saber dónde moverse, cómo moverse, y con quién moverse. Muchas gracias por tus palabras y por ser tan valiente.
Os esperamos en el próximo Aventuviaje ;D
Hola Teresa,
Gracias por escribirnos. Brasil te va a alucinar!
Río es una ciudad con tantas cosas para ver que daría para estar un año descubriendo sus secretos, y nos quedaríamos cortos.
No es peligroso si utilizas el sentido común. Las playas de Copacabana e Ipanema están protegidas por el ejército, y la gente vive y disfruta como en cualquier playa del Mediterráneo. Yo te aconsejaría evitar visitar las favelas, ahora mismo están un poco revueltas.
Por lo demás, Pedra da Gávea es un ascenso alucinante. La dificultad es un poco elevada. Lleva buenas botas, mucha agua y un buen guía. El resto es disfrutar.
De Sao Paulo no te puedo decir mucho, pero sobre Iguazú, estate pendiente del blog de Viajes Carrefour porque muy pronto verás el post sobre nuestro viaje en las cataratas, te gustará!
Un saludo y no dejes de viajar,
Aventuhero
Leyendo el post dan ganas de vivir esa sensualidad y exotismo que regala Rio, vibrar a ritmo de samba y perderse entre sus contrastes¡¡ Queda apuntada a la lista de proximos destinos
No lo dudes Yrene! Sobre todo a ritmo de samba
Escríbenos si tienes alguna duda para tu viaje a la ‘cidade maravilhosa’
Me encanta!!! Tengo un amigo de Río de ha flipado con e vídeo. Sigue haciéndonos disfrutar.
Muchas gracias!
Dile a tu amigo que no se guarde los secretos de su ciudad y los comparta con el resto. Lo mejor es siempre viajar con alguien de la zona! Y con una buena compañía, como Viajes Carrefour
Hola, aventuhero:
Una pregunta rápida, cuál es la mejor época para viajar a Brasil?. Nos aconsejas visitarla justo en carnavales o esperar un poco? Tenemos pensado organizarlo para el próximo año. Gracias!
Hola, aventuhero:
Una pregunta rápida, cuál es la mejor época para viajar a Brasil? Nos aconsejas viaitarla justo en carnavales o esperar un poco? Tenemos pensado organizarlo para el próximo año.
Gracias!
Hola Claudia,
El clima es bueno en febrero, aunque por razones obvias va a haber mucha gente porque es temporada alta. A partir de marzo bajan las temperaturas un poquito y el calor es más llevadero. Además, encontrarás algo menos de turistas cubriendo las rutas más famosas.
¡Felicidades por el blog es de gran ayuda y información!
Muchas gracias Adriana, nos alegra que te guste y sirva