En tus próximas vacaciones no acudas a un alojamiento convencional. Haz tu reserva en estos hoteles reconvertidos.
¿Cansado de acudir a hoteles asépticos? A continuación tienes una lista de alojamientos temáticos que son una experiencia es sí mismos. Antes de recibir a turistas fueron las paredes en las que cumplía condena un preso, lugares de rezo como una iglesia o monasterio y hasta cavernas.
Dormir en una cueva del desierto
Uno de estos curiosos hospedajes es el Hotel Cueva Tardienta-Monegros, en Huesca, Aragón. Se encuentra enclavado en pleno Desierto de los Monegros, reserva natural protegida del valle del Ebro. El hotel forma parte además del Aeródromo de Tardienta, por lo que si quieres dar un plus extra a tu estancia puedes montar en avioneta. Se inauguró en 2005 después de ser excavado en el interior de la montaña. Posee ocho habitaciones decoradas con diferentes colores, muebles traídos de Marrakech y camas de forja creadas por artistas aragoneses. Todas ellas se aglutinan en torno al patio interior y con un jardín trasero con una piscina al aire libre.
El entorno del hotel es inmejorable. La ausencia de montañas hace que las puestas de sol sean muy especiales ya que el horizonte parece no terminar nunca, una extensión desértica única en España. Esta zona ha sido filmada en multitud de reportajes, videoclips, anuncios, alguna película y programas como ‘Frank de la jungla’ o ‘Granjero busca esposa’. Puedes disfrutar de la naturaleza gracias a diferentes rutas como el ‘Reino de las rapaces y árboles sabinares’ y culturales como la ‘Ruta de la Fertilidad’, la ‘Ruta Jacobea’ y la ‘Ruta de las Cuevas de San Caprasio’. Gracias al Centro de Ocio y Aventura Tardienta Monegros podrás pasear en camello y tomar el té en una jaima, practicar tu puntería en una batalla de ‘paintball’ o de ‘airsoft’ (simulación con réplicas de armas reales) o jugar un partido de ‘bicibalón’ (fútbol sobre bicicletas).
Lujos eclesiásticos
Otra opción es el Hotel Monasterio, en la Plazoleta Nazarenas, en pleno corazón de Cuzco, Perú. Tiene cinco estrellas y ocupa lo que fue un monasterio del siglo XVI y anteriormente el palacio del inca Amaru Qhala. Lo mejor es su claustro, cuyo protagonista es un cedro de 300 años, y alrededor del cual se encuentran las habitaciones, suites presidenciales y reales, todas ellas con un diseño único. Dispones de dos restaurantes de cocina internacional y andina. Y si quieres mimarte acude al salón de tratamientos o pide el servicio de mayordomo que te preparará el baño en tu propia habitación. También puedes apuntarte a manualidades y clases de cocina a cargo del chef, y si quieres emociones fuertes el hotel te organiza descensos por aguas bravas y rutas de ‘trekking’ por el Valle Sagrado.
En Marruecos, concretamente en El Jadida está el Hotel L’Iglesia que, como su nombre indica, fue una antigua iglesia española del siglo XIX. Puedes alojarte en cualquiera de sus catorce habitaciones de estilo retro y disfrutar de vistas al mar en su terraza de la azotea (la playa está sólo diez minutos caminando). La entrada del hotel es el ábside de la iglesia y entre las ofertas dispones de una sala de masajes, un salón común, un bar donde tomar una copa y un restaurante que sirve comida local, aunque el mejor menú de Cite Portuguaise es el pescado y el marisco.
Seas culpable o no, dormirás en la cárcel
Pero si hay unos hoteles que se han puesto de moda quizá por el morbo que desprenden son los que fueron una prisión. Es el caso del Hotel Katajanokka, en Helsinki (Finlandia), que tras sus muros de ladrillo rojo esconde un mundo de contrastes. Es una histórica cárcel reabierta en 2007 que constaba de 164 celdas que hoy son 106 habitaciones catalogadas en cuatro clases con lujo ‘in crescendo’, incluidos gimnasio y sauna. El restaurante Linnankellari ofrece comida finlandesa en un ambiente carcelario gracias a sus largas mesas. En verano podrás disfrutar en su terraza Jailyard y recordar cómo donde antes se pasaron penurias hoy te alojas en una habitación de cuatro estrellas.
Su vecina Suecia también posee un hotel-prisión en Estocolmo: el Långholmen Hotell. Nada más que accedes, sus pasillos avisan: esto fue una cárcel. En concreto un presidio real con 250 años de historia. Hoy es un recinto que acoge un hotel, un albergue juvenil, un centro de conferencias, un restaurante y un museo. Si reservas con antelación puedes apuntarte al juego de rol que te hace sentirte preso por un día (uniforme a rayas y grilletes, incluidos). Una vez fuera de sus ‘barrotes’ puedes disfrutar del aire libre en la isla de Långholmen, un destino muy popular de paseo, meriendas campestres y baños en sus pequeñas playas.