Las islas del Pacífico, el Cañón del Colorado, el Kilimanjaro o el desierto jordano son algunos lugares donde observar los atardeceres más arrebatadores del mundo.
Las infinitas islas del Pacífico atrapan al visitante con innumerables encantos y uno de ellos es la posibilidad de contemplar los más bellos atardeceres. Desde algunos de los puntos más remotos y fascinantes del océano, el cielo se tiñe de rojo y el tiempo parece detenerse en un cuadro impresionista. Si desea vivir la experiencia en primera persona, las islas Tonga, Samoa, Fiji o Maui pueden ser el destino de tus próximas vacaciones.
Aguas cristalinas, jardines de coral y playas paradisíacas conforman el archipiélago de las islas Tonga, un lugar descubierto en 1781 que combina una exuberante naturaleza con danzas tribales y arraigadas tradiciones. Desde el legendario mirador al mar de Anokula, en la isla de Eua, se obtiene la panorámica más espectacular del conjunto y, de junio a noviembre, es el mejor enclave para el avistamiento de las ballenas.
Entre Hawaii y Sydney, en el archipiélago de los Mares del Sur, emerge Samoa. En este conjunto de mágicas islas destaca la de Upolu, donde vivió el célebre escritor Robert Louis Stevenson. La casa del novelista, ahora residencia del primer ministro del país, se ubica en las laderas del monte Vaea y es el punto más aconsejable para disfrutar de la puesta de sol. Otros hermosos parajes son la playa de Saleapaga y la de Mulivai.
El archipiélago más conocido de la Melanesia, las islas Fiji, está formado por 320 islas de las que sólo un tercio están pobladas. Su nombre evoca playas paradisíacas, islas de coral y complejos de lujo, y el visitante no se siente defraudado en sus expectativas, pues Fiji es eso y mucho más. Las islas mayores, de origen volcánico, tienen un interior montañoso de frondosos bosques selváticos de impactantes paisajes y pintorescos poblados. Los lagos volcánicos de aguas transparentes compiten en belleza con las aguas turquesas de las barreras de arrecife y en posibilidades de exploración y práctica de deportes. No deberás volver sin contemplar el atardecer desde la playa Long Beach (Vatulele).
A pesar de que Maui se está convirtiendo en un lugar masificado por turistas, conserva lugares de ensueño como Iao Needle, una aguja de lava de 300 metros que sorprende por su color verde o el impresionante Haleakala, el volcán en activo con mayor altitud del mundo.
Lahaina es un antiguo núcleo ballenero mundial y en las playas de Wailea, Paluea Beach y La Perouse Bay se pueden ver, además de delfines, impresionantes atardeceres.
Sin cambiar de país, podéis apostar por disfrutar de una memorable puesta de sol en el Cañón del Colorado. Situado al norte del estado norteamericano de Arizona, cerca de la frontera con el de Utah, el Gran Cañón del Colorado es un laberinto de cañones, fallas y quebradas, mesetas, depresiones y montañas. Viendo hacia abajo desde lo más alto, a de nuestros pies y abrazados por el infinito, el Río Colorado se convierte en un fino y elegante hilo plateado.
Todo surgió hace unos 17 millones de años con la acumulación de depósitos sedentarios, que, con el choque de las placas tectónicas, dio lugar a la Meseta del Colorado. El río homónimo, siguiendo su curso, erosionó el terreno e hizo el resto, lo que hace que nos encontremos ante una joya genuinamente natural. Declarado Patrimonio Universal de , el Gran Cañón del Colorado mide hasta en los puntos más anchos y alcanza los de largo.
A lo largo del día, y dependiendo de la posición solar, las paredes del Gran Cañón cambian de tonalidad, lo que hace aún si cabe más impresionante un escenario que permite visitar ruinas históricas, bosques de cactus, tomar un baño en sus cascadas, adentrarse en cavernas, practicarrafting,… y, por supuesto, contemplar la fastuosidad de la naturaleza. Los más atrevidos –y que no tengan vértigo- pueden encaramarse y pasear por el Skywalk (paseo por el cielo), una pasarela de cristal que, en forma de herradura y a de altura, es un impresionante mirador que permite flotar sobre el abismo y deleitarse con los imponentes y soberbios paisajes.
Tenemos que cruzar el charco para llegar al punto más alto de África, Kilimanjaro, desde el que se obtienen unas bellas panorámicas al caer el sol. Muchos de los turistas que llegan a este rincón del norte del país lo hacen atraídos por la posibilidad de descubrir (y escalar) el monte Kilimanjaro, con 5.896 metros. Sus distintos niveles cuentan con una variada vegetación. La selva tropical más baja acoge búfalos, leopardos, antílopes eland y otros muchos animales.
Quienes han visitado el desierto Wadi Rum aseguran que vale la pena hacer miles de kilómetros para cazar una de las puestas de sol más bonitas del mundo. Un paisaje desértico irrepetible en el que se suceden dunas de arena rojiza, montañas de piedra calcárea, grutas salpicas o puentes naturales de piedra. Es el desierto jordano más extenso, un mágico lugar dominado por cumbres que alcanzan los 1.754 metros de altura que atraen a los más intrépidos escaladores. De ellas destacan las cimas del Djebel Rum y del Um Asherim. Contemplar el silencioso e inmenso desierto de Wadi Rum es una de las aventuras más atrayentes que se pueden experimentar en esta parte del país.