Han pasado más de 200 años desde la fundación del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda tras el Acta de Unión de 1800 y pocos viajeros se detienen a pensar en la inmensidad de las grandes Islas Británicas que contienen cuatro antiguos reinos con sus particularidades: Escocia, Inglaterra, Gales e Irlanda. La popularidad de Londres frente al resto de destinos está fuera de toda duda. Se calcula que el año pasado hubo 2,1 millones de visitas de españoles a los principales museos y galerías de Londres y, según datos de Google, sigue siendo de las ciudades más buscadas para hacer una visita corta. Pero, ¿qué puede aportarnos el resto de las Islas Británicas? ¿Qué destinos visitar y descubrir más allá de Londres?
Inglaterra: la vieja joya de la Corona
Inglaterra toma su nombre de los antiguos Anglos, pueblo que se asentó en esta parte de la isla en el siglo V d.C. Es una de las partes más amplias en extensión y que contiene multitud de lugares de interés histórico para el viajero. Cabe destacar sus importantes puertos, como Hastings donde Guillermo el Conquistador triunfó sobre los Sajones e inauguró una dinastía que se extendió varios siglos en la historia de la isla; o el puerto de Southampton desde donde partió el Titanic en 1912.
El patrimonio arqueológico es fundamental en esta parte de la isla. Uno de los más conocidos es el monumento de Stonehenge, situado cerca de Amesbury, en el condado de Wiltshire. Este grupo de grandes piedras -megalito- sigue siendo un misterio para los especialistas e investigadores. Desconocemos su función, aunque los entendidos señalan que estaríamos ante un templo funerario o un calendario astronómico de tamaño colosal.
La familia real inglesa mantiene uno de los patrimonios más elevados de las coronas europeas. Entre sus propiedades está la del Castillo de Windsor (Berkshire), uno de las fortificaciones más antiguas de la isla y que hoy, después de un fuerte incendio en 1992, continua como residencia de fin de semana de la reina Isabel II.

Las grandes mansiones británicas de Inglaterra siguen siendo un patrimonio inigualable para comprender el peso de los grandes propietarios en su historia reciente. Una de las más conocidas es el Castillo de Highclere en Hampshire, donde se rodó la famosa serie ‘Downton Abbey’ y que perteneció, entre otros, a George Herbert, descubridor de la tumba de Tutankamón en Egipto.
Finalmente, esta parte de Reino Unido conserva los dos centros universitarios más importantes de su historia: Oxford -cuyas primeras actividades se remontan a 1096- y Cambridge -fundada en 1209 por académicos que huyeron de Oxford tras problemas en esa ciudad-.
Gales: el secreto del dragón rojo
La porción de tierra situada al oeste de Inglaterra es Gales, de origen celta, que conserva una lengua propia, el galés, y una de las principales ciudades exportadoras de carbón de la historia: Cardiff. Su nombre viene del término anglosajón antiguo: Walas o Wealas (el país de los welsh, ‘forasteros’). En época romana tuvieron gran presencia aquí las legiones romanas y sus restos aún pueden observarse en las excavaciones de la zona de Caerleon y Venta Silurum y en el dragón rojo de la bandera de Gales, el mismo que utilizaba el ejército romano.
Si nos detenemos un poco en Gales, podemos observar localizaciones de gran valor histórico como el Castillo de Harlech o Castillo de las Causas Perdidas, pues fue conquistado varias veces a lo largo de la historia con diferente resultado. Sin embargo, el 15 de marzo 1647 fue el último de los castillos galeses en rendirse al ejército de Cromwell y su caída puso fin a la Guerra Civil en la Isla Británica. La propia ciudad de Cardiff con su estadio en el margen del río, su mercado central o su castillo son también paradas obligatorias para comprender la importancia de esta parte de país. Hoy, a modo honorífico, el heredero al trono de Inglaterra recibe el título de príncipe de Gales.
Escocia: mucho más que faldas y gaitas
Una de las partes más valiosas de la isla por su patrimonio histórico y cultural es Escocia, justo al norte de Inglaterra. Esta amplia extensión de tierra se unió a Inglaterra en 1707 y su nombre proviene del término latino ‘Scotus’, que significa ‘irlandés’, pues los romanos denominaban así a la población gaélica de esta zona y de la isla de Irlanda.
Una de sus ciudades más importantes es Glasgow, que cuenta con el Lighthouse, el centro nacional escocés dedicado al diseño y la arquitectura, o importantes obras de arte urbano moderno imprescindibles. La capital de Escocia, Edimburgo, acoge su famoso castillo, con vistas a la ciudad desde la cima de un volcán extinguido.

Las zonas rurales no se escapan de una obligada visita. Una de las postales más conocidas es el viaducto de Glenfinnan, por donde pasa el tren de vapor The Jacobite, doblemente famoso por aparecer en las películas de ‘Harry Potter’ como por la vía de tren del Hogwarts Express. Junto con ello, tenemos las Highlands, las tierras más al norte de la isla británica y próximas al mar del Norte. Allí podemos encontrar el famoso lago Ness, cuyo monstruo puede ser visto o no, dependiendo a quien se pregunte. El viajero más intrépido puede darse una vuelta por los acantilados Kilt Rock en la isla de Skye o visitar las ciudades más al norte como Thurso.

Irlanda: la isla desconocida
La parte al norte de Irlanda está inserta en Reino Unido y por ello, pese a la distancia con Londres, puede resultar un atractivo destino para escapar del tradicional bullicio londinense. La historia de Irlanda del Norte ha estado marcada por el conflicto identitario y su traumática relación con Inglaterra. El nombre de la isla tiene su origen en el irlandés antiguo Ériu (en irlandés moderno Éire), con el añadido del término germánico ‘land’ y viene a denominar a una tierra fértil y próspera. Su ciudad más importante, Belfast, vio construir el Titanic a principios del siglo XX en el astillero Harland and Woff. Hoy, un gran centro de interpretación sobre el transatlántico se convierte en un punto de visita obligado.
La parte norte de la región presenta elementos geográficos y naturales inolvidables, como la Calzada de los Gigantes, una formación natural compuesta por 40.000 columnas de basalto que se adentran en el mar y que se encuentra en el camino costero de Belfast a Derry. El propio océano contiene tesoros como la isla de Rathlin, donde la leyenda cuenta que el monarca escocés Roberto I se refugió y urdió el plan para la conquista de Escocia… ¡fijándose en las telas de araña! Parece que lo consiguió, él mismo la conquistó en 1314.
Te proponemos las mejores ofertas para descubrir que hay más allá de Londres, pincha aquí