Dicen que aparte de las fotos, los vídeos o los souvenirs, lo que más se recuerda de los viajes son las sensaciones que vivimos en nuestras aventuras. Y Jamaica es un cóctel interminable de experiencias inolvidables que nunca colman tu sed.
Conocida por los indígenas como Xaymaca, ‘Tierra del oro bendecido’, la isla es una explosión salvaje de naturaleza a ritmo de reggae en el corazón del Caribe.
Una perla esculpida con historias de piratas, bucaneros y corsarios. Montañas que acarician el cielo, playas secretas y núcleos urbanos sumidos en un aparente caos, en un terreno de 250 km de ancho y 80 de largo plagado de contrastes. Es el tercer país más poblado de América de habla inglesa y sus habitantes en su mayoría comparten raíces africanas.
Cuando llegó Colón la llamó ‘Santiago’ y más tarde fueron las tropas inglesas las que la sometieron hasta que la isla celebró su independencia en la segunda mitad del siglo XX.
Mi gran amiga Natalia me miraba con ese brillo en los ojos del que no puede esperar más. Queríamos comenzar a escribir el primer capítulo en un país del que había oído tantas historias que quería comprobar por mí mismo si eran reales.
Ruta por Jaimaca
Esta fue nuestra ruta:
Qué ver y hacer en Jamaica
Uno de los momentos más excitantes de un viaje es contemplar por la ventanilla justo antes del aterrizaje el paisaje que va a gobernar tus aventuras.
Kingston, la capital
Avistábamos la ciudad a los lejos. Un largo banco de tierra blanca capitalizaba un enorme puerto plagado de barcos de mercancías y pequeñas embarcaciones con una actividad frenética. Los edificios de color ocre se mezclaban con viviendas más pequeñas y desordenadas bajo la vigilancia de una enorme cordillera de verde lozano que protegía la capital. Estábamos en el Aeropuerto Internacional Norman Manley.
La ciudad se había forjado con revueltas de esclavos, un gran terremoto y luchas de poder hasta que se convirtió en la capital del país.
La urbe tenía dos caras: el centro histórico y New Kingston. Uno de los reclamos más famosos era el Museo de Bob Marley, construido en el lugar que fue su hogar hasta 1981, el 56 de Hope Road, y estaba presidido por una gran estatua del artista. Patrimonio nacional, se exponían en él sus discos de oro y platino, sus primeras composiciones, sus recuerdos y los testimonios personales del icono más reconocible de la isla.
Tras visitar lo imprescindible en la ciudad, queríamos desaparecer por el resto del mapa. Kingston sólo era la puerta de entrada a un paraíso guardado con recelo que buscábamos descubrir, costara lo que costara.
Había muchas maneras de moverse a través de la piel de todo el territorio, pero la que más nos acercaba a estar en contacto con sus habitantes y cultura, era la que la gente popular utilizaba para trayectos medios y largos, los minibuses de ruta.
Nada más llegar a la parada de autobuses principal se nos acercó un hombre de mediana edad. Caminaba con un fajo de billetes en la mano y llevaba una gorra oscura, vestía una camiseta de rayas amarillas y verdes, un bañador sucio y andaba descalzo sobre el asfalto. Tras preguntarnos por nuestro destino nos apremió a seguirle y nos metió en una furgoneta con doce asientos. Sin embargo, pude contar hasta veintiuna personas dentro, más una pila de cajas con fruta y nuestras mochilas.
Seis horas sobre carreteras de hormigón y fango y cambiando varias veces de medio de transporte, atravesando parajes plagados de palmeras y árboles tropicales, casas bajas, cuestas incesantes y amplios campos de azúcar… hasta llegamos a nuestro destino al anochecer, la costa este del mapa.
Un hombre alto con la piel pálida, cabello largo rubio y cano, ojos azules y arrugas que cuarteaban su veterano rostro, nos dio la bienvenida: «Soy Fredericus, nacido en Holanda pero entregado a Jamaica en cuerpo y alma, y me alegra teneros en mi pequeño trocito de paraíso, bienvenidos a Zion Country».
Cuando abandonamos el vehículo la luz del sol se había despedido y no había ninguna iluminación además de la luna casi llena y las estrellas. El único ruido que quedó latente era el que generaba el festival de vida nocturna que emanaba de la frondosa vegetación y la familia de manatíes a pocos metros de la costa. La humedad del mar acariciaba nuestros cuerpos entumecidos tras tanto tiempo de viaje. Una pequeña brisa nos golpeaba la piel y nuestro anfitrión nos mostraba el entorno con una pequeña linterna mientras descendíamos por la colina.
Llegamos hasta la playa y pudimos crearnos bajo la penumbra una imagen global de todo el paraje. Salpicados entre las palmeras y grandes plantas, adivinamos un puñado de casas de madera a las que se accedía a través de pasadizos entablillados que conectaban todo el complejo. Las olas armonizaban el sonido orquestado por pájaros, anfibios y grillos y entramos en un trance que unido a nuestro cansancio nos llevó directamente a derrumbarnos sobre la cama. Mosquitera alrededor del colchón y hasta el día siguiente.
El sol calentó pronto las cabinas y nos ayudó a desperezarnos rápido. Abrimos las ventanas de madera y la luz entró a borbotones bañando de colores toda nuestra habitación. Salimos a la terraza que no pudimos apreciar en la oscuridad de la noche anterior y nos dimos cuenta de que estábamos en un balcón a primera línea de nirvana. Era un lugar que hacía que mereciera la pena recorrer medio planeta para llegar a él. ¿Me acompañas? Quedan sillas libres.
Disfrutamos de un desayuno revitalizante en un ático en lo más alto del paraíso y nos adentramos en el pueblo en busca de agua mineral y algunas piezas de fruta.
Jamaica estaba salpicada de poblaciones de varios tamaños por toda la región. Los hogares solían ser de madera, coloreados con tonos vivos, generalmente verde y amarillo haciendo honor a la bandera del país. Los niños nos rodeaban y los más mayores nos prestaban ayuda para guiarnos hacia las cascadas de los ríos.
Campo a través, los bordes de los caminos estaban repletos de palmeras y vegetación tan abundante que cubría todo el paisaje, había tramos donde parecía que las plantas iban a engullir el asfalto. Era fácil encontrar vistas panorámicas tan espectaculares como esta:
Un clásico en esa zona eran los puestos de gente que vendía cocos. Por un dólar una risueña mujer cortó con un gran machete la pieza por la mitad y nos dio de beber el jugo que alojaba dentro. Además, nos explicó cómo comer el resto de la fruta rebañando su interior con la corteza.
Michelle llevaba casi diez años viviendo de recolectar estos frutos tropicales y de venderlos en los arcenes de las carreteras. También hacía con sus propias manos colgantes y pulseras para ofrecerlos a los transeúntes. Tenía dos hijas pequeñas que la acompañaban siempre que no estuvieran en el colegio, y la mayor de ellas ayudaba en el negocio.
Michelle era una de esas personas que nada más conocer sabes que tiene un corazón gigante. Trabajadora, luchadora y honesta. Siempre admiraré el brillo de su mirada y su energía positiva.
Reach Falls, Portland
Volvimos con Fredericus y nos contó que había abandonado la vida europea por su amor por el Caribe. Era el dueño del puñado de habitaciones de Zion Country y se declaraba en pleno éxtasis de felicidad constante.
Fue el encargado de llevarnos a uno de los puntos más famosos de Portland, sus ríos y sus cascadas. Subimos a su todoterrreno y serpenteamos por los caminos de arena hasta el punto de encuentro con el guía más famoso de la zona, Rennie. Un estereotipo clásico del reggae: alegre, tranquilo, afable, siempre luciendo orgulloso sus rastas y fumando de su cigarrillo durante todo el tiempo que compartió con nosotros. Un experto cicerone que había crecido en esa parte jungla y la conocía como la palma de su mano.
Los ríos en Jamaica distribuían el agua natural por todo el mapa como si fueran las venas del país que hacían que la vida fluyera. Eran unas de las principales atracciones por sus cascadas, sus fotografías sobrecogedoras y las pozas que permitían saltar desde puntos muy altos sin temor a aterrizar en las afiladas rocas. Rennie nos mostraba el camino y le seguimos río arriba nadando, saltando, buceando y disfrutando como niños de la naturaleza indomable caribeña.
Blue Lagoon
Muy a nuestro pesar, dejamos atrás el edén de Zion Country y buscábamos nuestro siguiente punto en el itinerario. No muy lejos de allí, nos habían hablado de un lago color turquesa esmeralda, un embalse protegido por las montañas que sólo se unía con el mar abierto a través de una lengua de agua donde se mezclaba la dulce y la salada. Fuimos directos.
Un par de mini furgonetas más, un conductor generoso que nos recogió haciendo auto stop y llegamos a Blue Lagoon. Fue amor a primera vista. Nos embriagamos de su belleza y pudimos deslizarnos sobre sus aguas en las barcas más populares de la zona, hechas con cañas de bambú y llamadas ‘bamboo rafting’. Hay lugareños que vivían de llevar a los turistas en la silla de la pequeña embarcación, pero nosotros queríamos ser nuestros propios capitanes en aquél lugar para soñar.
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La costa del mapa jamaicano guarda secretos que hacen las delicias de los enamorados de leyendas como las de Barbanegra. En el extremo noreste de la isla nos esperaban tres lugares dignos para guardar tesoros repletos de joyas y monedas de oro.
Port Antonio, capital de Portland, es una población costera característica por su colina plagada de casitas de colores vivos y cuestas pronunciadas devoradas por la vegetación.
En el malecón es fácil encontrar barqueros que por un puñado de dólares te muestran los rincones con más encanto de la costa.
Conocimos a Roseroy, un veterano marinero orgulloso de su pequeño bote hecho de madera y metal, bañado de vieja pintura desconchada. Nos contó que pronto tendría una gran embarcación con la que haría una enorme fortuna gracias a los visitantes a ‘su playa’.
Nos subimos a su barca y nos dejamos guiar.
Frenchman’s Cove
Una playa exclusiva, privada. Es tan perfecta que Hollywood la utilizó como escenario en la película Cocktail, de Tom Cruise.
Socorristas, hamacas con sombrillas y todos los servicios de un hotel de lujo que puedas desear. La entrada está asegurada por el módico precio de 10 $. Pero nosotros buscábamos el lado salvaje de la isla, no nos quedamos allí.
San San Beach
Roseroy nos alejó de Frenchman’s Cove al tiempo que su embarcación luchaba con el oleaje de mar abierto para no volcar. La clave estaba en parar el motor cuando las olas más grandes atacaban la barca. No había prisa, disfrutábamos del viaje y confiábamos en su pericia. Mientras, casas de ensueño construidas en los acantilados y remeros de bamboo rafting se cruzaban en nuestra travesía.
Sin esperarlo y tras rebasar el cabo, apareció ante nosotros un trocito de edén en estado puro. Una playa verdaderamente indómita, sin un alma. Impenetrable desde tierra. Completamente silvestre. Aquí el único precio a pagar era nadar desde la embarcación unos quinientos metros hasta la orilla. No dudamos ni un segundo y nos lanzamos al mar.
Monkey Island
Embriagados de nirvana, queríamos descubrir más puntos privilegiados y desconocidos de Port Antonio. Pusimos rumbo a la llamada Monkey Island. Una isla sin monos, pero con todos los ingredientes para escribir una buena historia digna de Guybrush Threepwood: caribeña, selvática y perfecta para perderse.
Aventuhero – Soy el capitán de mi propio destino. JamaicaDespués de un día fundiéndonos con la esencia jamaicana, el sol dejó paso a la tormenta y repentinamente se formó un amenazante tornado que nos obligó a volver rápido al bote. Nunca había visto uno y Natalia se reía de mí porque siempre ha sido más valiente que yo. Fue el punto y final de nuestro periplo por los rincones escondidos de Port Antonio.
Ocho Ríos
Continuamos nuestra ruta a través del perímetro de Jamaica, hacia el oeste. Cogimos otra mini furgoneta y llegamos a Ocho Ríos. Una de las ciudades más transitadas del país. Hay destinos muy famosos en sus alrededores donde recrearse, pero nosotros habíamos escuchado maravillas de un lugar en concreto:
Blue Hole
No es un agujero azul, son cascadas y torrentes de agua en todo su esplendor. Ya habíamos quedado boquiabiertos en Reach Falls, pero había sido sólo el entrenamiento comparado con esto. Blue Hole es con diferencia el mejor lugar para vivir una experiencia extrema a través de los ríos indomables de Jamaica.
Saltos desde diez metros al vacío, escaladas en pendientes imposibles ante un caudal sin tregua, grutas escondidas tras las cortinas de agua, barros medicinales en las paredes de las cuevas y lianas que dan al abismo para dejarse caer sobre la corriente. ¿Preparado para la acción?
Rockhouse
Jamaica seguía sorprendiéndonos con cada parada y queríamos seguir descubriendo los puntos más excitantes de su costa. En Negril, en la punta oeste, hay un lugar donde se funde la naturaleza y la mano del hombre con perfecta armonía.
Las casas nacen en la roca, pequeñas edificaciones de piedra y paja donde al abrir la puerta de madera te acaricia la brisa del Caribe en un balcón con vistas directas al horizonte. Al llegar allí encontramos una sorpresa extra, nos esperaba una increíble infinity pool que salvaba el rompeolas. Decidimos levantar el pie del acelerador y relajarnos para recuperar fuerzas con un buen baño y un cóctel Sex on the beach mirando al mar. Bienvenido a Rockhouse.
Rick´s Café
Ya habíamos descansado suficiente y queríamos volver a la actividad. Muy cerca de allí se encuentra el pub más famoso de todo el país. Un lugar al borde del precipicio que combina música reggae, puestas de sol que se graban para siempre en tu retina y la posibilidad de saltar al mar desde muchos, muchos metros de altura.
Cuando atravesamos la puerta de entrada sentimos el verdadero ambiente jamaicano que une ritmo, acción y paisajes sobrecogedores. La gente bailaba al compás de la melodía local mientras los acróbatas saltaban al vacío desde lo más alto del barranco. Un nuevo desafío a la esencia de la naturaleza que superaban los reggae boys.
El sol arañaba sus últimos suspiros sobre la línea perfectamente recta del océano. Una bola naranja incandescente que se apagaba al acercarse a las olas para darles el beso de buenas noches.
Llegar al último anochecer de un viaje es como leer la última página de un libro. Echas la mirada hacia atrás y vuelves a saborear el recuerdo que dejan los capítulos de tu aventura con una mezcla de nostalgia y ganas de comenzar una nueva andadura.
¡Nos volveremos a ver Jamaica!
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Me encantan tus historias Aventuhero, especialmente la humanidad con la que describes a las personas que se cruzan en vuestros viajes.
¡Deseando leer la segunda parte para planear mis próximas vacaciones en Jamaica!
Muchas gracias Sara. Es importante el paisaje, pero lo más importante siempre son las personas.
Feliz verano y espero que seas tu propia Aventuhera!
Muchas gracias Aventuhero! Qué pasada, gracias por la pasión con la que transmites porque he estado buscando destinos para mis vacaciones y de verdad me has sacado de dudas! Necesitaba justo conocer un sitio no sólo por las fotos sino por todas las opciones que ofrece el lugar a visitar.
Enhorabuena porque es difícil encontrar blogs tan completos
Gracias a ti por leer todos los post. Por personas como tú dan ganas de seguir escribiendo siempre.
Espero que podamos seguir compartiendo muchos más!
Un saludo fuerte,
Wooowww!! Qué pasada! Me ha impresionado!!
De siempre he querido conocer Jamaica pero ya con esto…
Preparando viaje en 3, 2, 1… GO!! ^^
Gracias María!
Jamaica #mola #mucho!
No es un destino muy famoso en nuestro país, pero si vas te aseguro que no te arrepentirás.
Un fuerte saludo y felices vacaciones
¡Qué buen blog! Estoy preparando mi viaje y me apunto el Bamboo raftiing en el Blue Lagoon!
Muchas gracias Cristina,
La verdad que son dos de las cosas más increíbles del país, pero no te olvides de Zion Country y Risk Café, imprescindibles también!
Un saludo,
Muy buen recorrido. A mi me faltó la zona este de la isla, pero tomo apuntes por si alguna vez vuelvo a caer por allá. Gracias por compartir, y mucho viaje para todos.
Gracias Carlos,
La verdad que uno de los principales problemas de viajar es que no puedes ir a todos los sitios. Yo seguramente me pierdo otros muy atractivos en mis rutas, pero de lo que hay que asegurarse es de disfrutar al máximo se vaya donde se vaya!
Un abrazo y espero que sigas disfrutando de tus viajes y del blog!
Muchas gracias a tod@s por vuestros comentarios!!! esta semana @Aventuhero nos traerá la segunda parte de su viaje a Jamaica, esperamos que os guste tanto como la primera!!
Y lo que te rondaré