Viaje al Parque de Komodo | Tierra de Dragones 
Indonesia guarda un tesoro entre sus archipiélagos que espera que lo descubras. Los famosos Dragones de Komodo son solo la cabeza de cartel de un territorio que alberga islas vírgenes, montañas que emergen de las olas para regalarnos atardeceres de película, animales salvajes, libres, un islote plagado de murciélagos que tiñe el cielo de negro cuando echan a volar y sobre todo, uno de los mejores fondos marinos del mundo para bucear.
Bajo el mar esperan corrientes que unen varios océanos donde se esconden tiburones toro, mantarrayas gigantes, los primos de Nemo y Dori, enormes tortugas… Un sueño del que no querrás despertar. Bienvenidxs al Parque Nacional de Komodo: Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Un viaje en barco para explorarlo todo
Aterrizamos en Labuan Bajo y en el mismo aeropuerto nos recordaban que el símbolo de Labuan Bajo era el Dragon de Komodo, su imagen presidía cada rincón.
Cogimos un taxi y el paisaje que se pintaba a través de las ventanillas estaba plagado de casas bajas y colinas color café.
Nos dirigimos directos a nuestro hostal situado en el puerto de Flores, uno de los puntos calientes de la isla. Nuestro objetivo era zarpar cuanto antes.
Al día siguiente llegamos al muelle y allí conocimos a nuestra tripulación. Nos subimos al barco que iba a ser para nosotros solos durante varios días y en el que recorreríamos los mejores rincones del Parque Nacional.
Salimos tras el amanecer y queríamos aprovechar nuestro viaje al máximo.
En el Parque Nacional de Komodo las islas Komodo, Rinca y Padar son las más grandes y famosas, pero hay decenas de islotes, algunos completamente desiertos y cualquier parada en ellos puede sorprenderte.
Solo con sumergirte en un lugar random de este mar te hará comprender por qué el Parque Nacional de Komodo es un lugar TOP en la biodiversidad de nuestro planeta. Esta fue nuestra ruta:
Nuestro barco iba despacio, no teníamos prisa, disfrutábamos de la brisa, del paisaje y del vaivén de las olas. Escuchaba el run run constante de un motor que luchaba por mantener el ritmo mientras nos adentrábamos cada vez más entre las islas.
Era agosto y la vegetación que abrigaba las faldas de los islotes era árida, en época de lluvias el paisaje era bastante más verde. Sin embargo, el azul del agua era igual de radiante todo el año y debajo de la superficie la vida marina era abrumadora en cualquier época.
Las primeras paradas fueron Kanawa y Sebayur. En ambos puntos disfrutamos de nuestra primera toma de contacto con un esnórquel de otro mundo, era la antesala de las inmersiones de buceo que haríamos al día siguiente.
Después ese par de chapuzones nos acercamos al TRENDING TOPIC de este Parque Nacional y uno de los principales motivos de nuestro viaje, ver a pocos metros de distancia a los famosos DRAGONES DE KOMODO.
La isla de Komodo y la isla de Rinca son los dos lugares donde se pueden visitar a estos animales. Ambas islas están (y estarán) abiertas a los viajeros siempre, a pesar de algunas informaciones incompletas que llegaron a través de los medios.
Por fin desembarcamos y atravesamos una pequeña entrada que nos anunció que estábamos llegando a un lugar privilegiado.
Tras caminar quince minutos por un sendero de piedra llegamos a una explanada con una gran caseta de madera, rodeada por varios matorrales y árboles bajos que salpicaban el paisaje. Rápidamente nos dimos cuenta de que no estábamos solos, nos rodeaban los lagartos más grandes del mundo.
Hay que tener cuidado porque los Dragones campan a sus anchas por todo el territorio. Un ranger nos acompañó (armado con un temible e imponente palo anti Dragones) en un largo paseo por la isla y nos contó los secretos mejor guardados de unos animales que no es que lo parezcan, es que son auténticos dinosaurios sacados de una película de Steven Spielberg.
Estos superlagartos pueden medir hasta 3 metros, pesar 75 Kgs y vivir más de medio siglo. Generalmente comen carroña, aunque a distancias cortas son cazadores letales y su corrosiva saliva debilita a sus presas, a las que rematan mientras agonizan. Generalmente comen aves, búfalos de agua y ciervos, que son los animales con los que comparten el ecosistema de las islas en las que habitan.
Lo más común es encontrar a estos lagartos prehistóricos tumbados en el suelo, inmóviles como rocas. Nosotros habíamos llegado en tiempo de apareamiento, entre julio y agosto, y en esta época se pierden un poco más en las profundidades de la isla buscando el verdadero amor.
Una de las historias que más me sorprendió es que los Dragones de Komodo fueron descubiertos por los occidentales en 1910 y llevaron a varios especímenes al zoo de New York. A los pocos días, los animales murieron fuera de su hábitat natural.
Esta historia fue la inspiradora de la película original King Kong, donde los exploradores secuestraron al gran gorila en una isla remota y lo llevaron a la capital del mundo. El final nos lo sabemos todos…
Aún sobrecogidos por la visita a estos prehistóricos animales, fuimos a disfrutar uno de los atardeceres más famosos del planeta, en la isla Pradar.
Cogimos la ruta que nos llevaba a la isla central, donde confluían varias playas a ambos lados de la cresta de la montaña y ofrecía una vista increíble de todo el Parque Nacional.
Estuvimos más de media hora caminando a paso ligero sobre incómodos escalones de piedra y ascendiendo a través de una interminable cuesta hasta que fuimos capaces de saborear de esta vista:
Vimos al sol rendirse bajo el horizonte y nos sumergimos en una profunda oscuridad. Puedo confirmarte que es uno de los balcones naturales con las mejores vistas que he disfrutado en mi vida de viajero.
Volvimos a nuestro barco, que echó el ancla muy cerca de allí y gozamos de una noche dulce sobre las olas bajo un millón de estrellas.
Al día siguiente la luz del alba nos despertó rápido. Estábamos ansiosos por ponernos el equipo de buceo y saltar a la mar. Cambiamos de barco para unirnos a un grupo de especialistas que nos llevaron a tres de los mejores lugares de todo el Parque para bucear:
Manta Point
Este lugar es una de las inmersiones TOP, donde incluso haciendo esnórquel tienes la posibilidad de bañarte con centenares de mantas enooormes. Este punto es estratégico para estos animales, donde vienen a ‘hacer la compra’ y alimentarse. Nosotros nos sumergimos hasta el fondo y esperamos en la arena a que nos visitaran.
Batu Bolong
Cambiamos de posición y nos dirigimos a Batu Bolong, también conocida como China Shop por todo lo que puedes encontrar allí. El coral de Komodo está casi virgen y la vida que gira en torno a él es desbordante. Esta es una inmersión obligada, te sentirás dentro de un acuario gigante.
Cristal rock
Otro de los lugares más atractivos y exigentes para los buceadores es Cristal Rock. Es uno de los puntos fuertes de confluencia de corrientes, donde tienes que ser un buceador experimentado para disfrutarlo de verdad.
Si has visto ‘Buscando a Nemo’, recordarás cómo las tortugas gigantes se dejaban llevar a través de las autopistas submarinas que trasladaban la vida marina de un océano a otro.
El salto desde el barco tuvo que ser de cabeza y pasamos de 0 a 15 metros de profundidad en cuestión de segundos para que no nos arrastrara la corriente.
Lo que encontramos abajo fue sencillamente sobrecogedor. Nos estaba esperando un tiburón toro de más de dos metros tras una cortina de peces de arrecife…
Hay palabras, incluso fotografías, que se quedan cortas para transmitir unas sensaciones que desbordan al viajero más experimentado y al buceador más veterano. Hicimos tres inmersiones que directamente fueron a parar al TOP 10 de mi historial de buzo.
Para terminar el día visitamos Kalong, un islote donde habitan millones de murciélagos que al atardecer salen volando en bandada hacia el puerto.
No me creía cómo era este fenómeno hasta que lo vi con mis propios ojos: durante más de media hora los primos de Batman pintaron el cielo de negro mientras abandonaban el manglar y se dirigían a Flores buscando la cena.
Fondeamos cerca de Kalong y saboreamos otro anochecer embriagador en la cubierta del barco, brindando con nuestra tripulación.
Al siguiente día seguíamos felizmente emborrachados de experiencias en Komodo y nos quedaba una parada más. Nos enfrentamos a un último trekking para coronar la cima de Kelor island.
En Kelor encontramos una playa de arena blanca y una colina que suponía un reto moderadamente alto para disfrutar de unas vistas muy chulas.
Este último ascenso hay que hacerlo obligatoriamente con playeras o botas de montaña para superar una cuesta con mucho desnivel y poca base para apoyar el pie.
Finalmente llegamos a la cima y gritamos al mundo que habíamos estado allí, poniendo el broche a nuestro paso por el Parque Nacional de Komodo.
Hay muchas formas de hacer un crucero, pero hay muy pocas de vivirlo de modo auténtico. Gracias de corazón a una tripulación que nos hizo la vida muy fácil y con los que compartimos una experiencia brutal.
El Parque Nacional de Komodo no son sólo Dragones, es una zona privilegiada del planeta poco explotada a día de hoy, es un fondo subacuático excepcional y una colección de islas que componen un entorno único en el mundo.
Si quieres desconectar de verdad, súbete abordo de un barco en el puerto de Flores y déjate sorprender con las maravillas que esta obra de arte de la madre naturaleza te ofrece.
¡Aventuherízate! Sígueme a través de mi siguiente aventura en Viajes Carrefour.
#Aventuhero.