Esta particular y especial hacienda es la elección perfecta para disfrutar en el campo de unas vacaciones relajantes. Está rodeada por un mar de plátanos y goza de espléndidas vistas al escenario rural circundante. La propiedad, construida en 1572, es la más antigua de las islas Canarias; comprende unas cincuenta hectáreas de terrenos de plantación. Es un lugar para hacer que el tiempo se detenga y saborear el maravilloso clima, particularmente desde el balcón; para disfrutar de las vistas con un martini en mano o de una agradable charla tras la cena en el salón. La atmósfera colonial que envuelve cada mero rincón de este hotel le seducirá; deténgase a examinar los detalles arquitectónicos y vague por la plantación para abrir el apetito y prepararse para una suculenta comida de tintes locales.
Cada una de las 18 habitaciones del hotel ha sido adornada con los detalles originales y el encanto propios del siglo XVI: techos de madera inclinados, altillos, camas con dosel... Todo contribuye a reforzar esa sensación de confort palpable durante la estadía y que se vuelve cada día más intensa una vez apreciado el soleado cielo y el suave clima canarios. Y por si esto fuera poco, se ha dispuesto una piscina, de curioso diseño, climatizada durante todo el año, todo un sueño para los que gozan tumbados al sol. Encontrará también entre las instalaciones del hotel un gimnasio con jacuzzi y baño turco. El restaurante, por su parte, ubicado en el antiguo cobertizo para herramientas, es un enclave singular y único para degustar una cocina sublime compuesta por una variedad de platos típicamente canarios que son servidos con un estilo exclusivo.