Viaje a Kenia, visitar al continente africano es viajar al corazón de la Tierra, al origen de la vida, a tu ‘yo’ más primario e instintivo. África siempre te acoge con los brazos abiertos, con miradas brillantes y sonrisas impolutas. Destino: Kenia.
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Viaje por Kenia
Kenia está situado al este del continente. Debe su nombre a la montaña más emblemática del país y segunda más alta de África, que significa ‘Monte luminoso’.
Más de 40 millones de personas viven entre unas fronteras que han visto el paso de múltiples etnias y religiones a través de los tiempos. El Imperio Británico colonizó sus tierras a finales del siglo XIX y el país se independizó en forma de República en 1963. La mayoría de su población es cristiana, aunque el porcentaje de habitantes de origen musulmán crece según nos acercamos a la costa.
Madrugón en mitad de la noche, embarque, vuelo, transbordo y último avión hasta llegar a Nairobi con un buen puñado de horas de viaje a nuestras espaldas. Nada más aterrizar en el aeropuerto, Martina y yo pagamos el visado para poder entrar en el país y dibujamos la que iba a ser nuestra ruta durante una semana entera:
A la salida de la terminal internacional nos esperaba Charles, un local curtido, atlético y que no paraba de sonreír desde el primer momento en que le vimos. Le gustaba repetir que tenía 11 hijos, tantos que podría entrenarlos como hacía Mourinho.
La capital, abarrotada de vida desordenada, desprendía un inconfundible aroma africano que mezclaba el ruido con la melodía, las prisas con su calma, las sonrisas desinteresadas con las miradas en busca de negocios rápidos y el atardecer más embriagador del planeta con una contaminación que no valoraba el cielo que estaba ensuciando. Bienvenidos a Nairobi.
El idioma oficial era el inglés, que convivía con el suajili, y quisimos aprender algunas expresiones básicas de una lengua que nos resultó muy alegre y se pronunciaba igual que se leía:
- Jambo: Hola
- Safari: Viaje
- Asante Sana: Gracias
- Pole pole: Despacio, despacio
- Karibu: Bienvenido, De nada
- Hakuna Matata: No hay de qué preocuparse
Por el momento, íbamos a salir rápido de la ciudad y a emprender nuestro viaje hacia Masai Mara, una de las Reservas Nacionales más famosas en todo el mundo.
Había varias horas de camino hasta nuestro destino e hicimos una parada en el ‘Great Rift Valley view point’ un famoso valle de más de 6.000 kilómetros que unía el sur de Tanzania hasta el norte de Etiopía, cruzando todo Kenia.
Según nos alejábamos más y más del centro económico del país, las carreteras eran cada vez más precarias y veíamos cómo las casas del paisaje cambiaban por animales salvajes. Me sorprendía la facilidad con la que animales tan exóticos como jirafas o cebras salpicaban la vista a través del cristal de mi ventanilla.
Comenzaba a caer el sol y por fin llegamos a nuestro pequeño campamento, situado a pocos metros de la entrada de la Reserva Natural y cerca de un asentamiento de la tribu Masai.
No queríamos perder la oportunidad de acercarnos a las costumbres de una de las comunidades más famosas del África profunda y nos dirigimos a conocerles desde dentro.
Tribu Masai
Pagamos un pequeño puñado de dólares al líder de la tribu y nos acogió para explicarnos cómo vivían. Estaban acostumbrados a los extranjeros que se acercaban a sus dominios y eran conscientes de la diferencia de culturas con nosotros.
Sus vestimentas son típicas y reconocibles en todo el país, con túnicas coloridas de tonos rojizos, llamativos abalorios, dilataciones en nariz y orejas y sandalias muy características fabricadas con caucho.
Nos contaron que en ese asentamiento vivían cerca de 200 personas divididas en 20 familias. Cada hombre podía tener varias mujeres y su modo de alimentarse era gracias a la agricultura y a la caza salvaje. Eran conocidos guerreros, el paso a la edad adulta de cada miembro varón se celebraba con la caza del león. Aunque hoy en día esa celebración es simbólica, siguen cazando leones para aprovecharse de algunas partes como su larga melena o los colmillos, que vendían y utilizaban como amuletos ancestrales.
También son los autores de uno de los rituales más famosos del mundo, los saltos Masai. Cortejaban a las mujeres del poblado con el impulso de sus piernas juntas y quien más alto llegara ganaba más respeto y galones dentro de la tribu.
Nos enseñaron a hacer fuego con sus propias manos y sus casas (manyattas) estaban construidas por ellos mismos con la ayuda de adobe y materiales naturales. Cada seis u ocho años se veían forzados a cambiar de viviendas por culpa de las termitas y se mudaban de paraje con el objetivo de encontrar nuevas tierras con pastos florecientes para sus reses.
Anocheció y cenamos al calor de la hoguera y bajo un manto de infinitas estrellas destellantes. Nos metimos dentro de nuestra tienda entre sonidos de animales y el susurro de la noche de la sabana. A los pocos segundos caímos rendidos sobre un colchón duro protegido con una prudente mosquitera.
Reserva Nacional Masai Mara
Amanecimos antes que los rayos del sol. Al alba y al atardecer es cuando más opciones hay de ver a los depredadores en acción, así que olvidamos el cansancio del día anterior y nos subimos a nuestro furgón camino a la Reserva Nacional, una de las más famosas de África.
Nos adentramos en los más de 1.500 km cuadrados donde reinaba la vida salvaje y además podíamos encontrar a los llamados ‘Big Five’: los cinco grandes mamíferos africanos, búfalo, elefante, leopardo, león y rinoceronte.
He hecho varios safaris y puedo asegurarte que este no se parece a ninguno de los que he vivido antes. Hay una diferencia abismal.
Cada pocos minutos nos encontramos con los reyes de la selva durmiendo a dos palmos de nosotros, en libertad, ignorándonos, cacerías de hienas y leones en directo o manadas de elefantes pintando un cuadro inolvidable para la retina. Prepara tu cámara de fotos y lleva contigo baterías externas, las vas a necesitar.
Río Mara
Profundizamos aún más hasta llegar a una de las zonas conocidas del lugar, un río que marca la frontera entre Masai Mara y Serengueti.
Es un área donde tantos documentales se han grabado de cocodrilos cazando ñus, principalmente cuando tiene lugar ‘la Gran Migración’, donde miles de cebras, ñus y antílopes vienen desde las tierras del Serengueti y tienen que cruzar el río.
La ‘Gran Migración’ en Masai Mara suele ser entre julio y agosto. Te pillan en medio de las vacaciones españolas, ¡aprovéchalo!
Pasamos dos días enteros ensimismados envolviéndonos entre la vida primitiva, donde el instinto de supervivencia primaba sobre todo lo demás y una belleza inigualable de un entorno embriagador guardaba sin censura los peligros de ser el eslabón más débil.
Lago Naivasha
Pusimos camino al Lago Nakuru y en mitad del largo trayecto que nos esperaba quisimos hacer una parada en el lago Naivasha (aguas agitadas). Fue un paréntesis en nuestra ruta que nos ayudó a disfrutar de una nueva perspectiva haciendo un safari sobre una pequeña barca.
Navegamos entre hipopótamos sumergidos que sólo dejaban al aire sus ojos y sus orejas mientras centenares de todo tipo de pájaros sobrevolaban nuestra precaria embarcación.
Fue una parada necesaria si quieres vivir un safari desde otro punto de vista.
Lago Nakuru
Por fin llegamos a un nuevo punto caliente en el mapa, el Lago Nakuru. Pasamos una nueva noche envueltos en un aura mágica y al amanecer fuimos a conocer el gran número de flamencos que teñían el parque de rosa.
Era la Reserva de Kenia con mayor número de rinocerontes y en el que abundaban búfalos y cebras en todo el territorio que nos miraban con recelo a nuestro paso.
Invertimos un día entero en este área. Y lo merecía. Más frondoso que Masai Mara y dado a sorprenderte detrás de cada arbusto, de cada tronco o sobre la rama de un árbol cualquiera.
Tras varios días perdiéndonos entre los encantos de Kenia comprobamos por qué ‘safari’ en suajili significaba ‘viaje’, por qué tanta gente se enamora del espíritu salvaje de este lugar y por qué se para el tiempo cuando te sumerges en la vida que no tiene reglas y sólo se guía por un único ‘late motiv’, sobrevivir.
Acompáñame en el próximo post a través de Amboseli, la Reserva Natural presidida por el Kilimanjaro. También iremos a Kibera, los suburbios de Nairobi donde conoceremos a gente que entrega su vida por ayudar a los más desfavorecidos. Y visitaremos el Giraffe Center y el orfanato de elefantes, lugares que trabajan por recuperar y proteger estos animales.
Lee la segunda parte del viaje por Kenia de #Aventuhero aquí: Viaje de Nairobi a Amboseli.
Un post muy TOP.
Sin duda, África está entre las ensoñaciones de cualquier viajero. Poder encontrarse cara a cara con la naturaleza más auténtica es una experiencia única.
Muchas gracias Rocío, aunque recuerda que lo mejor del viaje siempre es la compañía
Wooooow! Me parece un viaje increíble y las fotos y vídeos son súper chulas. Enhorabuena!!!
Gracias Pickman!
Ahora queda que lo descubras por ti misma y nos enseñes las tuyas!
Un abrazo,
La verdad es que tiene pintaza! Y ver ‘la Gran Migración’ tiene que ser toda una experiencia y más si pilla en julio y agosto. Habrá que planteárselo!
Habrá que ir también en la Gran Migración!
Todas las veces que vas a África son diferentes