Conocido por su ocio en torno a la nieve, este pequeño país tiene mucho que ofrecer antes de que llegue su temporada alta. ¡Descúbrelo en solo tres días!
Andorra es un paraíso para los adictos a la adrenalina de los deportes de invierno. Sin embargo, este principado de poco más de 70.000 habitantes ofrece muchas otras alternativas más allá de las estaciones de esquí. Cuenta con tres parques naturales: el Valle del Madriu-Pedrafi-ta-Claror (patrimonio de la Humanidad por la UNESCO), el parque natural de la Vall de Sorteny y el parque natural Comunal de los Valles del Comapedrosa. Además de paseos en plena naturaleza, museos, relax y gastronomía te esperan sin necesidad de que caiga un copo de nieve.

Día 1: Andorra la Vella
Una buena manera de conocer la capital a fondo es perderse paseando por sus calles. Presta especial atención a sus esculturas y fuentes, un conjunto histórico que salpica toda la villa. Destaca la escultura de Salvador Dalí titulada ‘La Noblesse du temps’, un reloj de bronce de cinco metros de altura en honor al paso del tiempo. Pero si por algo es conocida Andorra la Vella es por su oferta comercial. La ciudad está plagada de centros comerciales y tiendas de ropa, electrónica, perfumería y deportes. Además, del 28 de octubre hasta el 13 de enero se celebra el Andorra Shopping Festival con planes como talleres de arte y moda, fiestas al aire libre con música y actuaciones, escaparates con las últimas novedades y hasta un concurso fotográfico.

Tu primer día en Andorra puede continuar con una tarde de museos, como el del Tabaco de Sant Julià de Lòria o el Museo Nacional del Automóvil en Encamp. Allí se muestra la evolución de los vehículos con modelos reales, cuya pieza más antigua es la máquina de vapor Pinette del año 1885.
Aunque la mejor manera de terminar una jornada turística en Andorra es disfrutando de alguno de sus balnearios de aguas termales. El Centro Termolúdico Caldea, que alberga un spa solo para niños, y el centro ‘wellness’ Inúu son las dos referencias más importantes de Andorra en lo que a turismo de bienestar se refiere.

Día 2: Naturlandia y Meritxell
Comienza el día con energía después del relax del primer día y dirígete a Naturlandia, un gran parque de ocio y aventuras al aire libre, perfecto para toda la familia. Está en la parte superior del bosque de la Rabassa, en la parroquia de Sant Julià de Lòria (una de las siete que conforman Andorra). Posee atracciones que harán las delicias de toda la familia. Como el trineo alpino ‘Tobotronc’, el tobogán natural más largo del mundo con 5,3 kilómetros de longitud. Y el ‘Airtrekk’, el mayor ‘sky trail’ de Europa con una estructura de diez torres y 13,5 metros de altura con tres niveles de dificultad.

A la hora de comer, lo más típico es que degustes las viandas andorranas en las clásicas bordas, edificaciones tradicionales en forma de cabañas destinadas a albergar a pastores y ganado. Como Casa Vella Palés, Eulari y D’Erts en La Massana o L’Era del Rosell y Patxeta en Canillo. Debido a su situación, los platos más típicos de la gastronomía andorrana son de alta montaña, como la caza, setas y truchas de río, y embutidos. Por su cercanía geográfica, algunas de sus recetas proceden de la cocina payesa propia de Cataluña. Como ‘el trinxat de montaña’, compuesto de patatas, col verde, tocino y ajos, y la ‘escudella’, el cocido típico. Y para acompañar estos platos, un buen vino propio como el Cim de Cel, uno de los mejores vinos de alta montaña del mundo.
Después, acércate al Santuario de Meritxell un lugar emblemático, que forma parte de la Ruta Mariana, compuesta por cinco centros devotos de peregrinación como El Pilar de Zaragoza o Lourdes, en Francia. En origen era románico, pero un incendio lo destruyó por completo. Se encargó su reconstrucción al arquitecto Ricardo Bofill, para estrenarse de nuevo en 1976. El Yacimiento de la Margineda, en Santa Coloma, es otro lugar importante dentro de los Pirineos. Se trata del hallazgo arqueológico medieval más extenso del país, formado por un poblado de cinco casas.

Día 3: Ruta románica
Andorra está plagada de iglesias románicas. El Centro de interpretación de la Andorra románica, en Pal, La Massana, ofrece una visita guiada que muestra la historia y evolución de este arte. Una vez fuera es hora de verlo en directo. En la parroquia de Ordino el románico está muy presente en iglesias como la de Sant Martí de la Cortinada, con sus pinturas murales; y la Iglesia de Sant Corneli y Sant Cebrià, de la época medieval.
Además, esta parroquia ofrece una amplia oferta de ocio a la que dedicar el resto del día. Como el parque natural de Sorteny, el primer espacio natural protegido de Andorra, y la Ruta del Hierro, que permite revivir el pasado minero y siderúrgico. También en Ordino está la Casa de Areny-Plandolit, primera parada del itinerario del Hábitat Rural, un interesante recorrido por tres casas-museo de relevancia. Las otras son Casa Rull en Sispony, La Massana; y Casa Cristo en Encamp, que los viernes de invierno organiza ‘Vespres a Pagès’, unas veladas en el campo para evocar la vida en la casa a principios del siglo XX.